La industria de los cómics en Estados Unidos se podría comparar con un McDonald’s, especialmente la que está representada por Marvel, DC, Disney e IDW, las casas editoriales con material más potente desde el punto de vista comercial. Pero en esa producción en serie, que apunta a mantener en funcionamiento una gran máquina comercial, a veces se cuelan autores que se apropian de la Big Mac y logran presentarla como que despierta un renovado interés. Así sucede frecuentemente con Batman, el caballito de batalla de la DC, creado en 1939 por el estadounidense Bob Kane, con la colaboración de su compatriota Bill Finger. Un ejemplo ineludible es el trabajo de Frank Miller, que recreó al personaje con la serie El regreso del caballero oscuro en 1986. El libro Ego, firmado por el canadiense Darwyn Cooke (1962- 2016), es una buena muestra de ese tipo de apropiación creativa, aunque en este caso los aportes no alcancen plenamente al hombre-murciélago.

Cooke empezó su carrera como diseñador y luego animador de la serie animada de Batman para televisión que se emitió en los años 90, muy elogiada por la calidad artística de sus tramas e imágenes. Para pedir trabajo en los estudios de animación de Warner, presentó una historieta de 14 páginas llamada “Ego”, protagonizada por un Bruce Wayne (por si alguien no lo sabe, el personaje detrás de la máscara de Batman) que se enfrentaba a su propio inconsciente. Consiguió el trabajo y, gracias a eso, años después pudo pasar de la televisión a las historietas, cuando DC Comics lo contrató para publicar una versión extendida de aquella historia.

Este libro empieza con la versión completa de “Ego”, que le da título, pero incluye otras cinco historietas dedicadas a Batman y a Gatúbela, además de unas cuantas ilustraciones adicionales. Como se trata de una antología, con publicaciones de distintas épocas y la ocasional colaboración de otros autores, el resultado es desparejo y a la vez interesante por su diversidad, cosa que suele ocurrir con estas recopilaciones de historias de un solo autor que publica, lujosamente, la editorial española ECC. Las dos características que constituyen su común denominador, más allá de que están ambientadas en el mundo de Batman, son la introspección de los personajes y cierto aire naíf.

Cooke toma el recurso que popularizó el mencionado Miller con Batman: año uno (1987), al combinar la narración en imágenes con los pensamientos del personaje, escritos en letra cursiva y sobre lo que parecen hojas rotas. “Ego” se ambienta en el tercer año de actividad del superhéroe y arranca cuando, después de terminar una misión, acepta que se está acostumbrando a la violencia y a la demencia, y que además es probable que su tarea nunca tenga fin. Pero la historia empieza de verdad cuando Bruce Wayne se enfrenta a una versión monstruosa de Batman, o más bien de sí mismo. “No soy un traje ni una identidad de la que puedas despojarte”, le dice ese desdoblamiento, en una frase que expresa lo que piensa el propio Cooke del personaje.

Todas las historietas del libro están tratadas de un modo similar, incluso una bastante extensa protagonizada por Gatúbela, que está narrada de forma coral. Pero, al mismo tiempo, el estilo de dibujo de Cooke transmite una sensación de alegría, a pesar del gran despliegue de color negro que lo caracteriza. Esto podría ser herencia del estilo gráfico que adquirió en sus primeros años como animador, y presenta el inconveniente de que, en forma inevitable -por convenciones a las que estamos acostumbrados-, le quita densidad al intento de exploración psicológica en el que nos embarcan los textos. Incluso la ingeniosa historia titulada “El monumento”, escrita por Cooke pero dibujada por Bill Wray (otro profesional del mundo de los dibujos animados), se ve afectada por un problema parecido.

“El gran golpe de Selina”, que es la larga historia del robo a un tren, centrada en Gatúbela, vale más como muestra de todo lo que logró hacer Cooke con ese tradicional personaje (llamado Selina Kyle, de ahí el título). El aspecto y el tratamiento que le dio durante varios años en el formato de cómic, junto al guionista Ed Brubaker, marcó un hito y dio origen a la Gatúbela que interpretó Anne Hathaway en la película El caballero de la noche asciende (2012, tercera y última de la serie dirigida por Christopher Nolan). “Cita con un caballero” es breve y muestra un encontronazo entre Batman y Gatúbela, pero con acción puramente cinematográfica, dibujada por Tim Sale sobre guion de Cooke. “Déjà vu” fue escrita y dibujada por Cooke, y rehace con mucha fuerza un cómic de los años 70 que impresionó al autor cuando era niño.

Cooke no va a pasar a la historia como un autor que haya redefinido a Batman, sobre todo porque, al haber tomado a ese emblemático personaje en el siglo XXI, están todavía frescas algunas de sus grandes revoluciones anteriores, pero sí es, sin duda, el responsable de haber recreado en forma memorable a Gatúbela. De todos modos, su enfoque entre la introspección y el tratamiento gráfico ágil y retro le permitió dejar su huella sobre un superhéroe que es una verdadera marca comercial y que ha sido trabajado por cientos de profesionales y artistas, a lo largo de casi 80 años de historia.