No es habitual referirse a teléfonos celulares en estas páginas sobre cultura, pero esos objetos -que posiblemente son los elementos más importantes en términos sociales de la tecnología actual- ya tienen sus propias tradiciones estéticas y significados generacionales, que sobrepasan la mera utilidad o el fetichismo relacionado con sus novedades. Es así que, para muchos, la noticia de que Nokia volverá a fabricar su modelo 3310 es el equivalente, en el terreno telefónico, del revival del vinilo para los melómanos.

Lanzado en setiembre de 2000 como bienvenida de la fábrica finlandesa al nuevo siglo, el Nokia 3310 ha sido definido como “el celular más confiable del mundo”, “el mejor teléfono de todos los tiempos” o simplemente “el irrompible”, debido a la sorprendente resistencia que estos simples aparatos demostraban ante accidentes que invalidaban en forma definitiva a cualquiera de sus competidores. La popularidad de este dispositivo, del cual se vendieron alrededor de 125 millones de unidades en el mundo -incluyendo por supuesto Uruguay, donde fue tan reconocible y ubicuo como los Volkswagen Escarabajo entre los autos-, lo convirtió en un ícono y una referencia cultural, y existen cientos de memes en honor a su legendario aguante, que dio lugar a concursos dedicados a su (difícil) destrucción, e incluso fue la imagen de uno de los tres primeros “emojis nacionales” adoptados en forma oficial por Finlandia (no, los otros dos no representan a las plantas de celulosa y las pruebas PISA, sino al sauna y a un fan del heavy metal, que es un género extremadamente popular en ese país). Además, apoyando la tendencia, artistas de la fama de Adele o Rihanna han sido vistas o aparecieron en videoclips recientes utilizando este u otros modelos de teléfonos previos al salto tecnológico de los smartphones.

Tanto cariño y recuerdo han hecho que los actuales propietarios de la marca Nokia -la empresa original tiró la toalla en la competencia de los smartphones y fue adquirida por Microsoft, que rebautizó los celulares ya desarrollados como “Lumia”- decidieran relanzar el 3310, del que se había vuelto muy difícil hallar una unidad sin uso. La compañía había sido muy ambigua con respecto a esta noticia, pero finalmente confirmó que a fines de este mes el Nokia 3310 será nuevamente presentado en una conferencia en Barcelona, ahora sugerido como segundo teléfono para “antiguos dueños nostálgicos”, que además no quieran complicarse mucho la vida ni preocuparse porque de improviso se les termine la carga de la batería. O sea, un celular que sirva básicamente, como en tiempos no tan lejanos pero ya casi olvidados, para hablar por teléfono, enviar mensajes de texto y entretenerse con algunos jueguitos muy simples. Significativamente convertido en objeto semidecorativo, el 3310 será vendido a unos 60 euros, la mitad de lo que costaba cuando estaba a la vanguardia tecnológica en 2000.