Se dice frecuentemente que las presidencias de George W Bush (2001-2009), Ronald Reagan (1981-1989) y Richard Nixon (1969-1974) en Estados Unidos fueron épocas doradas para los comediantes de stand-up, a quienes nunca les faltó material temático reaccionario del cual reírse en vivo, aportándole posibilidades de catarsis rebelde al público que tuvo que fumarse a semejantes mandatarios. Pero luego de la administración de Barack Obama (2009-2017) -un presidente tratado con mucho, incluso demasiado cariño y respeto por el mundo de la comedia-, había muchas dudas acerca de que Donald Trump, con independencia de cuán ridículo sea, tuviera el mismo efecto estimulante para el humor que han tenido otros presidentes conservadores. En primer lugar, es difícil para los comediantes exagerar el absurdo de muchas de las acciones reales del magnate, pero también está el factor de que Trump les resulta a muchos demasiado siniestro como para reírse de él, y hay unos cuantos que aún no han podido hacerse a la idea de que llegó a la presidencia y tomar una distancia suficiente de ese impacto como para tomárselo en broma. Existen otras circunstancias que deben tenerse en cuenta, entre ellas la de que el humor político sufrió un importante desgaste durante la extensa campaña electoral del año pasado, y el simple hecho de que la sociedad estadounidense -y no precisamente por culpa de Trump- se ha vuelto mucho más intolerante y quisquillosa hacia el humor que hace apenas una década atrás.

Sin embargo, y pasado el primer período de bajón colectivo -al menos en el campo de los demócratas y progresistas- de fines del año pasado, hay gente que está apostando a que esta puede ser una nueva edad dorada del humor contestatario (siempre una gran característica del stand-up) o de la comedia en general, y con esa esperanza ya se ha anunciado, para los días que van del 2 al 4 de junio de este año, lo que se plantea como el mayor festival de comedia stand-up (y algo de música) de todos los tiempos. El Colossal Clusterfest (un nombre pícaro que juega con la popular y guaranga expresión clusterfuck, utilizada para describir una situación en la que una sucesión de cosas sale mal), organizado por el canal de humor Comedy Central, se llevará a cabo en San Francisco y presenta una grilla de humoristas comparable con la que ofrecen en el terreno de la música popular anglosajona los festivales de Coachella o Glastonbury, o incluso con la del recordado Woodstock, si se tiene en cuenta que no se han hecho espectáculos de esta dimensión en el ámbito de la comedia, y que eso le puede dar un carácter histórico. Entre los artistas presentes se encuentran la ascendente -y tan divertida como conmovedora- Tig Notaro, Bob Odenkirk (comediante de gran experiencia, pero más conocido entre nosotros por su rol como el abogado Saul Goodman en las series de televisión Breaking Bad y Better Call Saul), Fred Arminsen (Saturday Night Live, Portlandia), Ilana Glazer (Broad City) y Bill Burr, uno de los pocos -o de los pocos buenos- comediantes que suelen apuntar sus dardos con preferencia hacia el mundo del progresismo bienpensante. Y como si fuera poco, en el caso de que alguien se pueda cansar de tanta gente hablando, también habrá shows musicales a cargo del rapero Ice Cube y de la comediante televisiva Maya Rudolph, que tocará con su banda de homenaje a Prince, llamada Princess. Pero el núcleo del asunto seguirá siendo humorístico, ya que la programación del Colossal Clusterfest culminará con una selección de presencias estelares de la gran aristocracia del stand-up estadounidense: Sarah Silverman, Kevin Hart y Jerry Seinfeld.

Silvermann, otrora una de las figuras más transgresoras de la comedia en Estados Unidos, y últimamente un tanto suavizada o autocorregida, es posiblemente la mayor figura del stand-up femenino, pero no es muy prolífica, y son raros sus espectáculos nuevos y presentaciones en vivo. No es ese el caso de Hart, que está en la cima de su popularidad y se ha convertido en el sucesor de Eddie Murphy y Chris Rock con shows de stand-up basados en referencias a su vida doméstica y a las relaciones interraciales; no son precisamente temas nuevos para un comediante afroestadounidense, pero el graciosísimo (y rapidísimo) Hart logra revisitarlos de tal forma que siempre parecen nuevos y resultan efectivos. En todo caso, evidentemente la estrella del evento será Seinfeld, a quien sería difícil disputarle el puesto del comediante de stand-up más famoso del mundo, pero que desde hace más de dos décadas no se ha subido al escenario más que de forma muy ocasional y para públicos minoritarios. En un momento en el que hay cierto revival de esa perfección de comedia que fue la serie Seinfeld, de 1989 a 1998, su sola presencia en el festival de San Francisco lo convertirá en uno de los acontecimientos del año.