Cannibal es una serie de historietas estadounidense, con dibujos del uruguayo Matías Bergara, que ya tiene cuatro episodios en la calle. Acaban de ser recopilados en un solo tomo, con final abierto, y el quinto saldrá en mayo, con el objetivo de continuar hasta donde lo permitan las ventas. A pesar de que el título indica que su tema es el canibalismo, la historia gira sobre todo en torno a una trama policial vivida por una familia de Florida, en el sureste de Estados Unidos.

La idea de fondo es que en los pantanos de ese estado hay un virus que convierte a los seres humanos en caníbales. Esto remite, inevitablemente, al tema de los zombis, como lo reconocen los guionistas y creadores Brian Buccellato y Jennifer Young, pero el giro es que los infectados conservan la conciencia aunque no puedan resistir el impulso de comer carne humana, como si fueran adictos a una droga. Hasta el cuarto capítulo, el tema del remordimiento ante esto apenas ha sido tocado en un par de viñetas, ya que la trama ha recorrido dos misterios más bien policiales: la desaparición de la novia del protagonista y los motivos ambiguos de otro personaje cuya ex pareja fue asesinada.

La serie es publicada por el sello Image Comics, el mismo de The Walking Dead, la historieta que desde hace una década, al ser convertida en una serie de televisión, desató un furor mundial por el asunto de los zombis y determinó que las grandes editoriales de cómics tengan como objetivo, por lo general, que sus libros sean la base de franquicias multimedia.

Cannibal manifiesta algo de eso en la forma en que está construida. La acción corre con dos tramas paralelas más algunas subtramas que son fáciles de seguir. Cada episodio tiene por lo menos un par de golpes de efecto y una vuelta de tuerca que mantienen una tensión constante. A su vez, el eje de la familia es omnipresente e importante en muchísimas series y sitcoms estadounidenses, desde The Big Bang Theory hasta Sons of Anarchy (cuyos cómics dibujó también Matías Bergara), pasando por Game of Thrones o Breaking Bad. Además, Cannibal usa pocos personajes y se desarrolla en ambientes más o menos acotados, de modo que una eventual adaptación televisiva no requeriría un gran presupuesto. Y el tema del canibalismo se expresa más mediante el suspenso y la sutileza que con la violencia gráfica que podría esperarse.

El mérito de este último factor corre sobre todo por cuenta de Bergara y su forma de construir las secuencias que llevan a los contados ataques de los caníbales. Lo consigue con muchos ambientes oscuros, espacios vacíos y una sensación de aislamiento, o de pueblo chico, que transmite la idea de que la víctima nunca va a tener ayuda a mano, aunque esté en la puerta del fondo de un bar.

Al contrario de lo que ocurre en The Walking Dead, en el que pueden mostrar en un dibujo de dos páginas cómo alguien le vuela un ojo a un niño de un escopetazo, la sutileza es el arma fundamental de Cannibal, que narra cómo un infectado se trepa a un mostrador para comerse a un hombre mediante una página en la que sólo llegamos a ver salpicaduras de sangre y una onomatopeya que proviene de atrás de una pared. Por otro lado, hasta ahora hubo sólo dos golpizas; una de ellas fue contada con ocho viñetas casi de siluetas, y la otra apeló a una elipsis y a mostrar directamente al personaje cuando ya había sido golpeado. Hay algo de sangre, pero no tripas.

Los escritores, a su vez, le dieron a su historia algunos giros que evitan los lugares comunes, especialmente en lo que tiene que ver con las relaciones de pareja. Esto les aporta cierto espesor a los personajes principales, los hace un poco más creíbles y, por lo tanto, los acerca al lector. Es cierto que el valor y el interés de una serie de cómics sólo pueden medirse con la acumulación de episodios y la forma en que se desarrollan la historia y los personajes, pero estos cuatro capítulos despiertan ganas de volver a ese mundillo de los pantanos para saber qué va a ocurrir con los protagonistas. Igual que en una buena serie de televisión.

Cannibal

De Brian Buccellato, Jennifer Young y Matías Bergara. Image Comics, Estados Unidos, 2017. 104 páginas.