La Corte Suprema de Brasil aceptó comenzar a investigar a ocho ministros del gobierno de Michel Temer por su participación en la red de corrupción construida en torno a la petrolera estatal Petrobras. La decisión llega menos de dos semanas después de que Eduardo Cunha, ex presidente de la Cámara de Diputados e impulsor de la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, fuera condenado a 15 años de prisión por ese mismo caso. “Es una noticia preocupante, pero la gobernabilidad no está en peligro. Ya tenemos un plan de contingencia, consistente en un segundo traslado de la capital. Esta vez se mudaría desde Brasilia a algún complejo penitenciario lo suficientemente amplio como para albergar a todos los gobernantes de Brasil. La idea es que puedan seguir gobernando desde allí”, aseguró un alto dirigente del oficialista Partido del Movimiento Democrático Brasileño.

En realidad el proyecto de mudar la capital ya venía siendo manejado desde hace por lo menos un año, a partir de la divulgación de un estudio de la Universidad Federal de San Pablo según el cual trabajar en edificios diseñados por Oscar Niemeyer incrementa la tendencia a cometer delitos. El célebre arquitecto brasileño fue el encargado de proyectar la mayoría de los edificios gubernamentales de Brasil. Uno de los responsables del estudio explicó que “cuando se supo que la operación Lava Jato involucraba a una cantidad tan grande de políticos, comenzamos a sospechar que podría haber algo en el aire de Brasilia que transformase a la gente en corrupta. Pero cuando estalló lo de Petrobras nos pusimos a investigar más en serio y llegamos a la conclusión de que las curvas elegantes de los edificios de Niemeyer llevan a quienes trabajan allí a desviarse de las conductas lícitas”. Uno de los experimentos consistió en colocar a chimpancés en oficinas gubernamentales y enseñarles una serie de cubos de diferentes tamaños y colores para que los ordenaran: 99% de las veces los chimpancés terminaban guardándose uno o varios cubos.