En algún momento de los años 60, el zen -disciplina surgida del budismo pero no necesariamente vinculada a lo religioso- tuvo un gran auge en la cultura estadounidense, de la mano de algunos intelectuales beatnik o coetáneos a ese movimiento. Autores como el británico Alan Watts, el japonés DT Suzuki y el alemán Eugen Herrigel fueron muy leídos por públicos que tal vez entendieron y tal vez no (el zen tiene una particular aproximación al conocimiento) los preceptos de esa filosofía. Uno de sus más populares difusores, tal vez no del concepto pero sí de la palabra, fue el escritor Robert Pirsig -un ex soldado que había prestado servicio en Asia y cursado estudios de filosofía oriental-, quien publicó en 1974 el libro Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta: una investigación sobre los valores, cuyo título se inspiró en el ensayo de Eugen Herrigel Zen en el arte del tiro con arco (1948), que planteaba cómo era posible acercarse a la filosofía zen mediante la práctica de una actividad en particular.

Pero el título de Pirsig era engañoso, ya que no se trataba de un manual acerca de cómo alcanzar el satori arreglando los frenos de una Harley Davidson, sino de una obra más amplia y ambiciosa, en parte libro de viajes autobiográfico y en parte reflexión sobre los puntos de contacto de la filosofía clásica occidental con algunos aspectos del zen. También funcionaba en cierto modo como un texto de autoayuda, al explicar de qué forma los viajes lo habían ayudado a sobrellevar algunos problemas psíquicos en su juventud.

Considerado por algunos críticos el equivalente a lo que había sido años antes la obra de Carlos Castaneda, en su mezcla de búsquedas existenciales, experiencias y reflexiones, el libro fue un éxito de crítica y un inesperado best-seller, que recogía el espíritu de road trip de la literatura beatnik, ofreciendo alternativas a lo que ya en aquel tiempo se veía como un declive del espíritu revolucionario de los años 60.

Aquella obra tuvo una secuela recién en 1991, llamada Lila: An Inquiry into Morals, que no tuvo el éxito de su predecesora (irónicamente rechazada por 121 editoriales antes de ser editada y convertirse en una mina de oro). Pirsig murió el lunes en su hogar de South Berwick (Maine), por causas naturales. Tenía 88 años y había pasado sus últimas tres décadas sin actividad pública debido a su frágil estado de salud.