De noviembre de 2007 a febrero de 2008, una huelga de guionistas estadounidenses afectó la producción de una gran cantidad de series de televisión (varias de las cuales debieron interrumpirse) y los procesos de producción de varias películas. Una década después, el poderoso sindicato del sector, Writer’s Guild of America (WGA), autorizó la posibilidad de una nueva huelga si el 2 de mayo no se ha alcanzado un acuerdo en la negociación con las patronales acerca de salarios mínimos y otras compensaciones. Por supuesto, que se haya autorizado una eventual huelga tiene mucho de medida de presión, y no significa que vaya a concretarse, pero por el momento las diferencias entre las partes suman unos 350 millones de dólares anuales.

Representantes de la filial Este del WGA, junto a guionistas y productores de programas de no ficción para televisión, comparecieron el martes en una audiencia pública, en la que describieron su trabajo como “un taller clandestino de alto estatus”.

“Quizá lo peor de todo es que la industria dispone de dinero más que suficiente para resolver los problemas de horarios prolongados, bajas remuneraciones y escasos beneficios sociales -dijo Lowell Peterson, director ejecutivo de la filial Este-. Las redes de televisión que distribuyen estos programas ganan enormes sumas de dinero por venta de espacios publicitarios y lo que les cobran a las compañías de televisión por cable. Lamentablemente, el público y los representantes políticos simplemente no saben acerca de las horrendas condiciones laborales, y por lo tanto no hay presión sobre esas redes para que cambien”.