José Enrique Rodó, tras una destacada trayectoria como escritor, murió en relativo olvido en 1917, cuando se alojaba en un hotel de Palermo (Sicilia) y se desempeñaba como corresponsal de la revista argentina Caras y Caretas. Sus restos se trasladaron a Montevideo en 1920, pero aún hoy algunos de sus manuscritos permanecen en bibliotecas públicas extranjeras. Ese es el caso, por ejemplo, de un original de Motivos de Proteo (1909), obra que, junto con Ariel (1900), fue una gran referencia del pensamiento latinoamericano.

En 1988, cuando el presidente del Instituto Uruguayo de Derecho de Autor -y ex subdirector general de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual- Carlos Fernández Ballesteros descubrió, en la Biblioteca Nacional de Lima, buena parte de los manuscritos de Motivos de Proteo, no pudo creer lo que estaba viendo, y se quedó “observando con asombro y ensoñación las correcciones que las propias manos de Rodó habían realizado sobre el texto, cómo había pensado su obra, cómo midió y eligió las palabras”. “Recuerdo -contó- que en la primera página de ‘La pampa de granito’ había reemplazado ‘Y sobre la pampa era un viejo gigantesco...’ por ‘Y sobre la pampa estaba un viejo gigantesco’, tal como figura en el texto definitivo”. Inmediatamente se preguntó: “¿Cómo habían llegado hasta allí? ¿Por qué la Biblioteca Nacional del Perú y no la nuestra guardaba tesoro tan preciado?”. La explicación la obtuvo de inmediato. En la primera página del libro se leía una dedicatoria para el empresario periodístico Natalio Botana -nacido en Uruguay y muy exitoso en Argentina, donde dirigió el diario Crítica y fue una especie de Randolph Hearst criollo- a quien, en homenaje a su amistad, le envió los originales encuadernados de Motivos de Proteo. Botana los cedió a la Biblioteca Juan B Justo, que, más tarde, fue adquirida en su integridad por el gobierno peruano, para construir su Biblioteca Nacional. Cuando el gobierno uruguayo comenzó las gestiones para tomar posesión de los manuscritos, el peruano le pidió, en reciprocidad, que le entregara materiales de los poetas Juan Parra del Riego y César Vallejo que salvaguarda la Biblioteca Nacional montevideana. Esto dificultó la gestión, y lo único que se logró fue una copia facsimilar, enviada por Perú a fines de 2012.

Homenajes y revisiones

Ariel fue un ensayo dirigido a la juventud hispanoamericana, con la intención de prevenirla contra el utilitarismo y su imposición sobre los valores espirituales y morales. Rodó apeló con esa intención personajes de La tempestad, de William Shakespeare, con un Próspero como representación de la sabiduría, Calibán encarnando al materialismo anglosajón de la influencia cultural estadounidense, y Ariel empleado para simbolizar el idealismo que el autor identificaba con las tradiciones a salvaguardar de la América hispana. La obra tuvo en su momento una gran repercusión en todo el continente, trascendiendo fronteras políticas e idiomáticas. En el prólogo de la versión en inglés, el mexicano Carlos Fuentes lo describió como un libro a la vez “irritante, insufrible, admirable, estimulante, decepcionante” y “esencial en la prolongada búsqueda latinoamericana de la identidad”. Mario Benedetti afirmó, en su Genio y figura de José Enrique Rodó (1966), que aquella obra de 1900, aunque “en varias facetas del estilo aparezca como caduca, en su relación inevitable y umbilical con el espíritu que la generara, sigue pareciendo humanamente viva”. Pero el éxito de Ariel no se replicó en las obras posteriores de Rodó, como Liberalismo y jacobinismo (1906), la mencionada Motivos de Proteo, El mirador de Próspero (1913) o El camino de Paros (publicada en 1918, en forma póstuma).

En el marco del centenario de la muerte de Rodó, la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura, con el apoyo de la Sociedad Rodoniana, organizó un concurso internacional de ensayos sobre el escritor y su obra. Hay un premio de 5.000 dólares, y los participantes tienen tiempo para postularse hasta el 31 de julio (ver www.cultura.mec.gub.uy). En paralelo, la Sociedad Rodoniana homenajeará al ensayista con diversas mesas redondas y encuentros. Mañana a las 12.30, en el local central de UTU (San Salvador 1674) se presentará una nueva edición de Ariel, a cargo del profesor Daniel Mazzone; un poco más temprano (9.00), en el Colegio Elbio Fernández, al cual Rodó ingresó cuando tenía nueve años, habrá una maratón de lecturas; y los días 24, 25 y 26 de julio se realizará el Congreso Internacional Rodoniano.