El ex presidente Julio María Sanguinetti coincidió con el actual senador y también ex mandatario José Mujica en que la llamada Ley de Duelos no debería haberse derogado.

En una columna que el dirigente colorado escribió en el semanario El Correo de los Viernes, sostuvo que se encuentra “entre quienes lamentan que se haya derogado la ley, simplemente porque operaba como un razonable freno psicológico para tantos deslenguados que florecen”. Sin embargo, subrayó que no se le ocurriría plantear su retorno, ya que “racionalmente no tiene fundamento y es un atavismo que si está en nuestra historia no está en nuestro futuro”.

Según recordó Sanguinetti para “despejar muchas tonterías que se han dicho”, el enfrentamiento personal entre dos rivales “fue una larga tradición en nuestro bravío pasado, heredero del arraigado sentido de la honra de los viejos españoles”.

“El honor se ponía por encima de la vida y el valor personal era un deber irrenunciable. En la vida política se hizo también práctica que ante un agravio, los contendientes pactaran un enfrentamiento al margen de la ley”, agregó, para luego asegurar que “esta ley –mirada hoy, anacrónicamente, como bárbara- en realidad tuvo un propósito civilizador, al hacer excepcional los lances”.

Para el ex presidente, “el problema es que la atribución difamatoria de agravios o falsedades nunca se ha podido resolver en tiempo y forma en el plano legal y judicial. Porque el difamador lleva ventaja, ya que normalmente poco tiene para perder, y el difamado queda expuesto a audiencias públicas y resonancias mediáticas, que siempre dejarán alguna mella, aunque al tiempo aparezca una sentencia absolutoria que poco eco tendrá. Es un asunto pendiente”.