En los últimos años las posibilidades didácticas o informativas de los cómics se han ampliado significativamente; si antes eran utilizados como vehículo de enseñanza más que nada para el público infantil, las nuevas generaciones, que tienen más que legitimado al medio como una expresión adulta, también han comenzado a explorarlo como un espacio de discusión y conocimiento próximo a la enseñanza terciaria, o al menos influenciado por lo académico. Así se han visto, en la última década, obras que discuten en términos de difusión pero con rigurosidad sobre filosofía, historia, arte y otros temas que antes parecían estar reservados exclusivamente al terreno de los libros universitarios.

Licenciado en Estudios Cinematográficos, guionista y dibujante, el inglés Edward Ross no es un nombre muy conocido en el ámbito del cómic, principalmente porque su trabajo se ha limitado a ilustraciones de revistas de difusión científica para universidades, museos y organizaciones benéficas. Esa familiaridad con lo educativo llevó a que se propusiera unir sus dos pasiones, la teoría cinematográfica y el cómic, en una serie de cuatro revistas temáticas que se reunieron en forma de novela gráfica para este Filmish –neologismo formado por las palabras “film” y “fetish” (fetiche)–, que se convirtió en un éxito de ventas en Reino Unido, ahora traducido al castellano.

Lo primero que llama la atención en Filmish (al menos si se lo hojea en forma aleatoria) es la detallada bibliografía que lo cierra, y que contiene una enorme cantidad de ensayos y libros de teoría cinematográfica y de la imagen, que parece más propia –al igual que las nutridas notas ampliatorias que forman otro anexo– de un trabajo de tesis universitaria que de un cómic. No se trata en absoluto de una simple exhibición de conocimiento bibliográfico, sino que la mayoría de los textos son citados a lo largo de Filmish, y de hecho constituyen la mayor parte de los parlamentos. El cómic carece de diálogos directos: hay simplemente un narrador –el propio Ross, presentado como un agradable joven semicalvo y de aspecto intelectual– que departe sobre varios temas, mientras dibujos de escenas de cine van ilustrando sus teorías. Las viñetas de Ross reproducen generalmente encuadres reconocibles de decenas de películas, en un estilo de dibujo que no es caricaturesco pero tampoco demasiado fiel a las imágenes fotográficas en las que muchas veces se basa, simplificando los rasgos de los actores a tal punto que, de no mediar vestuarios o elementos distintivos (e identificaciones directas), sería un tanto difícil reconocer los films en cuestión. Ese estilo gráfico, extremadamente simple y funcional, hace pensar un poco en un Daniel Clowes más naif, menos personal y sin ninguna clase de oscuridad, pero si bien no es muy distintivo o elaborado, resulta extremadamente comunicativo, y esto es muy adecuado si se tiene en cuenta la ocasional complejidad de lo que se va exponiendo.

De todos modos, en realidad la complejidad es muy relativa, porque Filmish se presenta claramente como una introducción al mundo de la teoría cinematográfica y la semiótica de la imagen en el cine. Para quien tenga ya cierto conocimiento de la crítica moderna de nivel académico, lo expuesto puede parecer un tanto elemental, a pesar de la sólida bibliografía en que se apoya, pero es claro que no se trata de un cómic orientado a un público crítico o especializado, sino hacia los cinéfilos jóvenes y con interés de bucear en las lecturas y significados no evidentes de lo que se ve en la pantalla. Ross divide su libro en varios núcleos temáticos (el ojo, el cuerpo, la voz y el lenguaje, el poder y la ideología), que no casualmente son temas recurrentes en la crítica cinematográfica posmoderna y posestructuralista, escuelas que nutren evidentemente la mirada del autor, y este, más que resumir distintos acercamientos al mundo del cine, despliega una toma de posición muy clara en relación con este.

En cierta forma, la exposición de Filmish es muy similar al método utilizado por el filósofo Slavoj Zizek en los dos documentales sobre perspectivas teóricas del cine que hiciera junto a la directora Sophie Fiennes, The Pervert's Guide to Cinema (2006) y The Pervert's Guide to Ideology (2012). De hecho, el estilo narrativo es exactamente el mismo: Ross le narra al lector una idea general, con su personaje ocasionalmente usando el vestuario de algún film, o sumándose a una escena, y luego va a la versión dibujada de un fotograma o encuadre. Pero si el esloveno (por otra parte, citado en Filmish, que también usa como ejemplo varias de las mismas películas que el filósofo) se valía de ese procedimiento para exponer sus propias y particulares interpretaciones o lecturas psicoanalíticas, ideológicas o semióticas de escenas y películas, Ross habla sobre todo mediante permanentes citas a otros autores. Y cuando elabora sus propias conclusiones, tiene una gran tendencia a la interpretación identitaria o marxista posmoderna más bien light. En su opinión, el cine hollywoodense es más que nada un microcosmos representativo del sistema de opresiones estructurado desde una mirada masculina, heteropatriarcal, blanca, belicista y capitalista. La dirección ideológica es unilateral y malintencionada, y se establece de modo vertical, sin retroalimentación por parte de una audiencia totalmente pasiva. Este punto de vista es, por supuesto, totalmente válido –y también, por supuesto, discutible–, pero Ross se hace algunos nudos en la coherencia de su análisis, en relación con los valores que considera positivos o negativos, y con el efecto del cine como estructurador de esos valores. Por un lado, advierte acerca del peligro de la naturalización de los elementos de dominación de la sociedad actual mediante la imagen cinematográfica, pero relativiza el poder de esa imagen cuando es criticada desde el moralismo reaccionario o conservador. Tal doble vara de evaluación asoma varias veces, en el elogio a ciertas propuestas liberadoras y en la crítica, en piloto automático, a films que en algún momento cayeron en desgracia ante la mirada políticamente correcta. Esta tendencia, demasiado frecuente en la crítica ideológica actual, roza en algún momento el esnobismo del relativismo cultural más deshonesto, como cuando, tras diseccionar adecuadamente la censura cinematográfica estadounidense, llega casi a elogiar a la bastante más férrea censura en el cine iraní alegando, casi en términos positivos, que esta ha fomentado vías más sutiles y elaboradas para la expresión de ideas. Una idea más que discutible, directamente tonta e irrespetuosa hacia los sufridos cineastas iraníes.

Sin embargo, tal vez esa y otras gaffes no sean producto de la hipocresía o de la ceguera dogmática, sino simplemente de las limitaciones del formato de Filmish para desarrollar en forma adecuada ideas muy complejas. Los análisis de relaciones entre imágenes y contenidos muchas veces parecen superar lo que se puede explicar mediante un dibujo y un texto breve, y si bien está claro que se trata de una obra con intenciones de difusión, y no de constituir un tratado especializado, el modo en que se resumen algunos conceptos para los que harían falta muchas páginas de forma de expresarlos articuladamente hace que ciertos dictámenes y conclusiones suenen brutalmente simples. Pero dejando de lado esto, y la profunda tendencia a la corrección biempensante de Ross, Filmish es realmente efectivo y ágil como primer acercamiento a los grandes temas de la crítica profunda y no meramente apreciativa, y su autor tiene, además, el buen gusto de no ser completamente etnocéntrico, citando y usando como referencia muchos clásicos del cine no estadounidense, además de intercalar, con buen equilibrio, películas de distintas épocas y distintos grados de popularidad, para establecer un corpus referencial que incluye tanto Andrei Tarkovski como Steven Spielberg, y que no utiliza, extrañamente, muchos ejemplos de películas directamente relacionadas con el cómic. Filmish es una buena idea; parece difícil que se vuelva un texto de consulta sobre crítica o historietas, pero abre la puerta entre los dos mundos hacia visiones de mayor profundidad.

Filmish: Un viaje gráfico por el cine

De Edward Ross. Reservoir Books, 2017. 200 páginas.