Este libro de Alejandro Gortázar (profesor e investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República), dedicado al afrodescendiente Jacinto Ventura de Molina, ofrece una mirada compleja y novedosa sobre su obra. Lo hace a lo largo de cuatro capítulos y una conclusión, que no sólo proponen enfoques que abren caminos para la comprensión de la obra de ese autor en el contexto de su época (la primera mitad del siglo XIX), sino que además ofrecen perspectivas para situarla en la historia de lo que Ángel Rama llamó la ciudad letrada.
En el primer capítulo, Gortázar realiza una semblanza biográfica de Ventura de Molina, en la que nos enteramos de que su formación en el mundo de las letras (obtenida gracias a los cuidados de su empleador y tutor español) tuvo lugar durante el régimen colonial. Es por ello que a lo largo de su vida fue un gran defensor de la monarquía, al punto tal que en 1815, en pleno auge independentista latinoamericano, se negó a servir a las tropas revolucionarias, lo que le trajo serios contratiempos. Su visión del mundo estaba, además, fuertemente informada por el catolicismo. En este capítulo vemos también cómo las habilidades adquiridas por Ventura de Molina (gracias a los esfuerzos de su tutor) en la época colonial le fueron muy útiles durante el período de la dominación portuguesa sobre la Banda Oriental, época en la que obtuvo el favor de Carlos Federico Lecor, y también durante los años posteriores a la independencia uruguaya, en los que se desempeñó como abogado.
En el segundo capítulo, el autor somete la ya citada categoría elaborada por Rama a un minucioso cuestionamiento crítico que busca, en realidad, salvar lo salvable en ese constructo para volverlo más útil como herramienta de análisis. De ese largo y complejo análisis (que incluye la discusión de autores tan disímiles como los argentinos Ernesto García Canclini y Alejandro Grimson), se debe destacar su énfasis en la dimensión antropológica del pensamiento del último Rama, así como la potencial utilidad de la concepción de la ciudad letrada entendida como cultura (o configuración cultural) letrada.
El tercer capítulo presenta un estudio comparado de afrodescendientes de otras latitudes que escribieron sobre sí mismos. Los casos paradigmáticos del cubano Juan Francisco Manzano (1797-1854) y el nigeriano Olaudah Equiano (¿1745?-1797) le permiten ofrecer un panorama general de las características de ese corpus textual, que sirve de marco para la comprensión de las peculiaridades de la escritura de Ventura de Molina. En ese sentido, adquiere especial importancia una de las categorías de análisis que Gortázar pone a funcionar: la idea de mímesis (mimicry en el original) o comportamiento mimético propuesta por el indio Homi K Bhabha, en la que el sujeto colonizado aparece como alguien que es casi como el colonizador, pero no por completo (almost but not quite, en el original).
Donde todo confluye
En el cuarto capítulo de la obra se estudia el accionar de Ventura de Molina como abogado, y en particular la defensa profesional que realizó de la Sociedad de Negros Congos de Gunga, en el marco de una abortada rebelión de afrodescendientes liderada en 1833 por Félix Laserna (también conocido como Santo Colomba).
Es entonces que algunas de las categorías de análisis propuestas a lo largo de esta investigación de Gortázar se ven funcionar en conjunto, conformando un eficaz artefacto decodificador. Además, el episodio del que se ocupa este capítulo fue un momento clave de la carrera literaria y política de Ventura de Molina, en el que se puede apreciar su desempeño como intermediario entre la gente de su grupo étnico y la sociedad dominante.
En tal sentido, el carácter fronterizo de este personaje histórico queda claramente establecido en el análisis que plantea Gortázar, cuya novedad es necesario destacar. Recapitulando, para empezar propone una cuidadosa revisión del concepto de ciudad letrada elaborado por Rama, poniendo mayor énfasis en la dimensión antropológica que ya existía en su versión original, gracias al aporte de las ideas de varios antropólogos (por ejemplo, los nombrados García Canclini y Grimson, y también el estadounidense Clifford Geertz); por otra parte, recurre de manera efectiva a las ideas de Bhabha sobre la mímesis como estrategia subalterna que presenta una amenaza para el original (la cultura occidental) al que esa mímesis representa, para así explicar la incomodidad que ha generado la obra de Ventura de Molina, y que se ha traducido, por un lado, en silencio (los aproximadamente 1.000 folios que componen su obra han permanecido en su mayor parte inéditos), y por otro en burlas de sus contemporáneos.
Sin perjuicio de estos aportes, es muy probable que el más destacable de esta investigación sea la incorporación seria y rigurosa de un enfoque que ha escaseado en la historia de la crítica literaria uruguaya: el étnico. En suma, la inclusión de una mirada antropológica y ese énfasis en lo étnico convierten a esta obra de Gortázar en una adición necesaria al repertorio crítico para el estudio de la literatura uruguaya.
Cultura letrada y etnicidad en los manuscritos de Jacinto Ventura de Molina (1817-1840)
De Alejandro Gortázar. Montevideo: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Universidad de la República, 2017. 174 páginas.