Desde sus comienzos, cuando en 1989 ganó el premio de literatura erótica La Sonrisa Vertical con su novela Las edades de Lulú –que al año siguiente Bigas Luna llevó al cine y que se tradujo a más de 20 idiomas–, Almudena Grandes ha liderado con frecuencia las listas de best sellers en España y varios países latinoamericanos. Después de reconocidas obras, como Te llamaré Viernes (1991), Malena es un nombre de tango (1994) y El corazón helado (2007, una gran novela sobre la Guerra Civil Española), en las que indaga sobre la historia reciente de su país, en 2010, de la mano de Inés y la alegría (que obtuvo el premio mexicano Elena Poniatowska), inició una saga de seis novelas llamada Episodios de una guerra interminable, acerca de la lucha en España contra la dictadura franquista, con la combativa consigna de que no se proponía “contar la historia de los vencidos” sino “la historia de los resistentes”.
En dos semanas, la autora madrileña publicará –como siempre, en Tusquets– la cuarta entrega de los Episodios...: Los pacientes del doctor García. En él, según se ha adelantado, Grandes retoma ese proyecto narrativo, en el que alterna ficción y realidad, con una exploración de la historia de Clara Stauffer, una muchacha española-alemana, pionera del deporte femenino en España, que fue una de las líderes de una red de fuga desde Europa hacia América Latina consolidada a fines de la Segunda Guerra Mundial: según el servicio de inteligencia británico, Stauffer, nadadora, nazi y falangista, dirigió desde su casa madrileña esa red clandestina, con la que ayudó a 800 criminales de guerra a partir después de 1945, y de hecho fue la única mujer en la lista de 107 personas buscadas por su involucramiento con el nazismo que elaboró en 1947 el Consejo de Control Aliado, responsable de la administración de Alemania en la posguerra. Sobre la serie de los Episodios..., la autora admitió que la ha “devuelto al proyecto de historiadora que fui”. “La que ha ajustado cuentas es la historia conmigo. Un montón de años después, me ha demostrado hasta qué punto es importante lo que estudié. Probablemente yo no la habría escrito igual si no fuera historiadora”, sostuvo.