Como anunciamos la semana pasada, dos películas uruguayas competían en el tradicional festival de cine que se realiza en la ciudad gaúcha de Gramado: El sereno, de Óscar Estévez y Joaquín Mauad, y Mirando al cielo, de Guzmán García, que fue elegida mejor película por el público.

En su primer largo, Todavía el amor (2012), García entrevistaba a veteranos habitués de una milonga y conversaba sobre su situación amorosa; aquí se apartó de la pista y se acercó al escenario: registra las vivencias de integrantes del grupo comunitario Ateneos, que funciona en el teatro La Máscara, y, mientras la cámara acompaña el proceso de construcción de una obra, varios actores desnudan sus historias frente a una cámara, cuentan sus sueños y pesadillas, su realidad y sus fantasías, y logran un trabajo que, en palabras de su director, “se acerca a la verdad cotidiana y traza un recorrido contundente entre el escenario, los personajes y el conflicto, o la posibilidad de construir sentido”.

Gramado premió también a dos producciones argentinas: se quedó con el Kikito a mejor película y fotografía Sinfonía para Ana, ópera prima de ficción de los documentalistas Ernesto Ardito y Virna Molina, basada en hechos reales y en una novela de Gaby Meik que narra el amor y la amistad entre un grupo de adolescentes del Colegio Nacional de Buenos Aires antes del golpe militar de 1976. Las distinciones a mejor dirección (Federico Godfrid), mejor actor (compartido por Juan Grandinetti y Agustín Pardella) y mejor película según la crítica fueron para Pinamar, que explora el complejo vínculo entre dos jóvenes hermanos que atraviesan un duelo por la muerte de su madre y deciden viajar a ese balneario argentino para vender un apartamento en el que siempre habían pasado sus vacaciones.

La peruana La última tarde, de Joel Calero, se llevó los galardones a mejor guion (Calero) y actriz (Katerina D’Onofrio), y el documental chileno Los niños, de Maite Alberdi, sobre un grupo de amigos con síndrome de Down que pelean por que se les reconozca la capacidad de valerse por sí mismos, recibió una mención especial. Como nossos pais, de Laís Bodanzky, que aborda el vínculo de tres generaciones, en torno al personaje de una mujer sobrepasada por lo que la sociedad espera de ella como mujer, madre y profesional, fue la producción brasileña más premiada.