Desde hace años, la Orquesta Sinfónica y el Ballet Nacional del SODRE han vivido distintas rispideces que, en alguna oportunidad, derivaron en la ausencia de la primera en una presentación del segundo, como sucedió en marzo de 2014. Una de las causas ha sido la percepción, desde el lado de los músicos, de que las autoridades del organismo le daban una prioridad excesiva al exitoso cuerpo estable dirigido por Julio Bocca.

A comienzos de este año, cuando el director del SODRE, Gonzalo Halty, fue consultado sobre los reclamos planteados desde la orquesta (OSSODRE) en estos años, dijo a la diaria que había “buenas señales” en relación con ellos. Afirmó que era un tema “harto complejo” y de muchísimos años, y que algunos de los problemas se debían a la antigua cuestión de la coexistencia de la OSSODRE y la Filarmónica de Montevideo (que depende del gobierno departamental), que comparten músicos, ya que las dos estaban “en un nivel de productividad muy alto”, y era “una buena noticia” que todos quisieran “hacer más”, para concluir que se había llegado a una etapa en la que el sistema político debía tomar decisiones.

Poco después de que Bocca renunciara a la dirección del Ballet, ayer Martín García, director de la OSSODRE, anunció que renunciará a su cargo una vez cumplida la programación prevista para este año. García, que asumió su cargo a comienzos de 2016, dijo a Portal 180 que los enfrentamientos entre el ballet y la orquesta llegaron a un punto límite en los ensayos de Romeo y Julieta.

En su carta de renuncia –citada por el portal–, García escribió: “Me encontré entre una orquesta escandalizada, algunos de cuyos miembros me cuestionaban por no ‘defenderla’, y una dirección del Ballet que me increpaba por no silenciarla y hacerla ensayar. Con amarga ironía noté que por primera vez en siete años, orquesta y ballet estaban alineados”.

También denunció que los directores artísticos tenían que ocuparse de aspectos técnicos, con un especial desgaste. “En un teatro de estas dimensiones, con personal para prácticamente todo, no puede pretenderse que en el instante previo a ensayar o a dirigir, o aun durante el ensayo, el director tenga que responder sobre aspectos técnicos (por ejemplo, qué tipo de lamparillas hay que usar, si falta un instrumento, si una silla está mal puesta, o si hace frío o calor)”, expresó.

“Me vi en el centro de un teatro fracturado en que los intereses de unos son opuestos a los de otros, ante la imposibilidad de ejecutar un calendario que se confeccionó hace casi un año, ante el desamparo para resolver problemas técnicos, organizativos y funcionales que planteé hasta el hartazgo, y con un cuerpo orquestal cuyo lugar y propósito parecen no definirse nunca”, agregó.