A comienzos de los 80, Hüsker Dü, un trío cuyo nombre en danés y noruego significa “¿te acordás?”, tomó por asalto la entonces novedosa y prometedora escena del punk hardcore estadounidense. Integrado por el guitarrista y cantante Bob Mould, el baterista y también cantante Grant Hart y el bajista Greg Norton, se convirtió en modelo del frenético y feroz hardcore, para casi de inmediato distanciarse del estilo predominante en este. Preferían las letras intimistas y de angustiosa individualidad a la politización contestataria, e incluían melodías de cuño folk-pop en sus demoledoras canciones. Hacían versiones no irónicas de The Byrds y Donovan, y algunos de ellos, particularmente Hart, llevaban el pelo largo y tenían un aspecto más próximo a los floridos hippies que a la estética de cuero y tachas. Además, en una escena bastante homofóbica, machista y que rechazaba todo hedonismo, Mould y Hart eran homosexuales, adeptos a las drogas, y no disimulaban su sueño de convertirse en estrellas. Hüsker Dü no lo logró, pero su combinación de melodías vocales gancheras, música violentamente eléctrica y letras confesionales desgarradas haría escuela en el rock alternativo estadounidense de los primeros años 90.

No sólo su estilo de composición sería imitado en el rock indie: la estructura con dos compositores complementarios en estilo y timbre vocal –pero en desequilibrio productivo– fue reproducida en bandas como Dinosaur Jr (J Mascis y Lou Barlow), Uncle Tupelo (Jay Farrar y Jeff Tweedy) y Guided by Voices (Robert Pollard y Tobin Sprout). Pero aquel modelo, claramente con un compositor alfa y uno beta, en todos los casos –empezando por el de Hüsker Dü– terminó generando fricciones, celos y disputas económicas.

Cuando la banda abandonó el sello SST para pasarse a Warner –una decisión muy criticada por la escena punk, pero no sólo justificada en lo comercial, sino también en lo artístico–, esta escogió dos de los cuatro temas que Hart había compuesto para el disco Candy Apple Grey (1986) como simples de difusión, lo que provocó los celos de Mould. Cuando compusieron el que sería su último álbum, el doble Warehouse: Songs and Stories (1986), Mould se opuso a que Hart tuviera la misma cantidad de canciones que él.

A las relaciones creativas muy deterioradas se les sumaron el suicidio de su manager y los problemas de adicción de Hart a la heroína, justo cuando Mould había dejado la bebida e intentaba llevar una vida artística más profesional. La banda se disolvió en 1988, mientras emergían otras evidentemente influenciadas por ella, como The Pixies y Dinosaur Jr, y se formaba el más famoso de los grupos que adoptaron su clásica combinación de guitarras estruendosas, batería punk y melodías de voz folk/pop: Nirvana. A pesar de ofertas importantes en lo económico, Hüsker Dü jamás se reunió, y ni siquiera se hicieron versiones remasterizadas de sus discos, de pobre sonido en sus primeras ediciones digitales.

Tras la separación, Hart vivió muchos años con el espectro de las drogas y la inestabilidad general –fue diagnosticado como VIH positivo, cuando esto equivalía a una sentencia de muerte, y luego resultó que había sido un error–. Formó la banda Nova Mob, que editó un par de discos muy elogiados por la crítica pero sin mayor trascendencia comercial –mientras Mould tenía mucho éxito con el grupo Sugar–, y lanzó un puñado de álbumes solistas.

En los últimos años, un Hart irreconocible, evidentemente enfermo y sin nada de su distintivo sobrepeso, fue sujeto de un documental, se reconcilió con Mould y ambos estaban en tratativas para reeditar el catálogo de Hüsker Dü. Al saberse ayer que había muerto de cáncer a los 56 años, su ex compañero de banda escribió en su muro de Facebook: “Buena suerte. Te extraño. Que estés con los ángeles”, recordando la década en la que ellos –y mucha gente– creían que iban a conquistar el mundo, algo que tal vez hicieron, aunque el mundo aún no se haya dado cuenta.