Tuvo (y tiene) mucho de inusitado la situación creada en febrero de 2013, cuando el alemán Joseph Aloisius Ratzinger, papa católico con el nombre Benedicto XVI, decidió renunciar a esa posición para dedicarse a la oración, de modo que, al mes siguiente, los cardenales eligieron para sucederlo al argentino Jorge Mario Bergoglio, hasta hoy papa Francisco I, quien coexiste con Ratzinger, “papa emérito”. Ambos residen en el Vaticano y se reúnen de vez en cuando. No es menos inusual que una situación como esta sea tratada, mientras están vivos Benedicto y Francisco, en una película que se centrará en la relación entre ambos; ni que esa película haya sido encargada por Netflix a un director brasileño: Fernando Meirelles, que saltó a la fama en 2002 con la impactante Ciudad de Dios (y que, al igual que en aquel film, trabajará con el uruguayo César Charlone como director de fotografía).
La película, cuyo rodaje comenzará en noviembre en Argentina, aún no tiene título oficial, y quizá se llame simplemente El papa, aunque eso pueda dar lugar a confusiones. Lo que se sabe por ahora es que los personajes principales serán interpretados por dos galeses, Ratzinger por Anthony Hopkins, y Bergoglio por Jonathan Pryce (algo que poco sorprende, ya que cuando Pryce hizo el personaje del Gorrión Supremo en la serie Game of Thrones, fue muy comentada la semejanza física y simbólica con el papa argentino). El guion está a cargo del neozelandés Anthony McCarten (La teoría del todo).