Ante bandas de larga trayectoria y con un líder carismático, que han mantenido su nombre a pesar de los cambios de formación, se suele olvidar que muchas veces comenzaron como un proyecto colectivo y democrático, con méritos artísticos compartidos. Entre los numerosos ejemplos, se puede mencionar a Alice Cooper –que en algún momento fue el Alice Cooper Group– o a The Fall. Otro caso claro es el de la colosal banda de blues pesado y rock Motörhead, considerada una de las cumbres del heavy metal de fines de los años 70, pero difícil de clasificar bajo esa etiqueta. El nombre del grupo se ha vuelto casi sinónimo de la personalidad de su bajista, principal compositor y cantante Lemmy Kilmister, quien la llevó adelante durante casi cuatro décadas, pero Motörhead fue durante sus años de gloria –de 1977 a 1982– un trío infernal y perfectamente equilibrado, en el que además de Lemmy brillaron el baterista Phil Philty Animal (“animal sucio”) Taylor y el guitarrista Fast (“rápido”) Eddie Clarke, último sobreviviente de aquella formación legendaria hasta que una neumonía le costó la vida ayer, cuando tenía 67 años.

Clarke había ingresado casi de rebote en Motörhead, una banda de hard rock que giraba alrededor de Lemmy –expulsado del grupo de space rock Hawkwind por problemas de drogas– y cuyos integrantes, con sus melenas y camperas de motociclista, parecían extraviados en medio de la explosión del punk, pero sin embargo tocaban con una simplicidad y energía bastante similar a la de los punks. Clarke, que provenía del mundo de las bandas de blues de bar formadas por admiradores de Led Zeppelin, fue invitado por Lemmy a tocar en Motörhead como segundo guitarrista junto a Larry Wallis, ex integrante de The Pink Fairies y en aquel entonces el músico más conocido del nuevo proyecto. Sin embargo, aparentemente frustrado por el nulo interés de las discográficas en aquella banda de peludos motoqueros, Wallis abandonó el grupo, dejando a Clarke como única guitarra. El sonido de la banda se hizo inmediatamente más rápido y brutal, y decidieron que no necesitaban otro guitarrista y que funcionarían como trío, con la idea de que Lemmy y Clarke cantaran, algo que por desinterés del guitarrista sólo se haría en un puñado de temas, quedando el bajista como renuente vocalista principal. Esta formación grabó seis álbumes de larga duración y numerosos simples y EP; en aquella producción se basó, hasta el fin de la banda en 2015, el núcleo artístico de su repertorio, y fue no sólo su período más creativo, sino también el más exitoso, ya que alcanzaron la cima de las listas de ventas británicas en 1981 con No Sleep ‘Till Hammersmith, considerado hasta hoy uno de los discos en vivo más arrasadores de cualquier época o género.

Clarke colaboró, durante su período en Motörhead, en la composición de clásicos del calibre de “Bomber”, “Overkill”, “No Class”, “We Are the Road Crew” e incluso la inmortal “Ace of Spades”, haciéndole honor con su energía frenética para tocar blues pesado a su sobrenombre de Fast, y asentando un estilo muy distinto al de sus contemporáneos metaleros de la “nueva ola” inglesa, pionero en subgéneros como el speed metal, el thrash y el punk hardcore, aunque Lemmy siempre definiría su música, adecuada y simplemente, como “rock ‘n’ roll”, algo muy coherente con la forma en que usaba la guitarra Clarke, que sonaba como un Chuck Berry pasado de revoluciones. El rol de este instrumentista en la formación clásica de Motörhead era tan importante que comenzaron a darse choques de ego con Lemmy, a pesar de que el bajista estaba más que dispuesto a delegar decisiones y responsabilidades en Clarke. Así, este fue el productor musical del quinto disco de estudio de la banda, Iron Fist (1982), una obra un tanto menos inspirada y enérgica que las anteriores, aunque con el tiempo ha sido revalorizada como parte de la seguidilla brillante de álbumes de Motörhead en aquellos años. El lanzamiento de Iron Fist coincidió con un leve bajón en la popularidad del grupo, junto con los previsibles problemas de excesos de sus integrantes, que vivían con el acelerador al mango. Pero el verdadero detonante del quiebre entre Clarke y Lemmy fueron unas grabaciones que el bajista decidió hacer en compañía de la cantante de Plasmatics, Wendy O Williams, similares a otras que habían realizado con el grupo de metal femenino Girlschool (y que habían sido un gran éxito), pero que disgustaron tanto a Clarke que lo llevaron a dejar Motörhead. A pesar de que uno de los motivos alegados fue la “falta de principios” de aquellas grabaciones, Clarke formó, junto con el bajista Pete Way, Fastway, una banda de heavy metal de orientación mucho más comercial que su grupo anterior, que logró un gran éxito internacional (incluso en nuestro país) con el tema “Easy Livin’”, para luego caer en el olvido y la intrascendencia.

Durante los últimos años, Clarke había vuelto a tocar blues y a aparecer esporádicamente en los medios, generalmente para hablar de los días de gloria de Motörhead. Había retomado el contacto amistoso con Lemmy, pero nunca volvió a tocar con él –salvo una vez en 2014, cuando subió al escenario para interpretar “Ace of Spades”–, ni a participar en un disco de Motörhead. Con la muerte de Phil Taylor en noviembre de 2015 y la de Kilmister un mes después, sólo quedaba Clarke de aquel trío legendario, que ahora tal vez esté tocando en algún lugar que dudamos que sea el cielo.