Para el gran público, el nombre de Mark E Smith puede ser más bien desconocido y poco recordable, pero entre los músicos y los críticos el cantante y compositor de Manchester que falleció ayer a los 60 años era uno de los mayores nombres, no ya del after punk –corriente musical con la que se lo suele asociar–, sino de la historia del rock, sin exagerar.

Prolífico y anticomercial hasta lo caricaturesco, Smith lideró la banda The Fall durante 40 años, en la que sólo él permaneció como integrante fijo, y que, a pesar de haber evolucionado constantemente y variado su estilo para incluir desde un punk angular hasta música dance electrónica, pop, rockabilly y krautrock, siempre fue absolutamente reconocible, gracias al gruñido sarcástico y algo ebrio con el que hablaba/ cantaba sobre bases tan repetitivas como sorprendentes. No se puede resumir la importancia de Smith en este espacio breve y apurado; sin duda, amerita una nota más extensa en la que intentemos explicar lo que el mundo se pierde con la muerte de este poeta malhumorado.