Como se esperaba, la ceremonia de entrega de los premios Globo de Oro al cine y la televisión, que fue la número 75 y se realizó en la noche del domingo, estuvo signada por la protesta contra el acoso sexual y la desigualdad de género, con discursos reivindicativos, denuncias de disparidad salarial, y un simbólico vestuario negro.

Para los 93 miembros de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, que asigna los premios, la película del año fue Tres anuncios en las afueras, dirigida por el británico Martin McDonagh y protagonizada por la extraordinaria Frances McDormand –distinguida como mejor actriz– y el siempre certero Woody Harrelson. Ese film recibió además los premios a mejor actor de reparto (Sam Rockwell) y mejor guion (McDonagh). Es la tercera obra del cineasta y dramaturgo londinense, también cuenta en su elenco con Peter Dinklage, y viene cosechando unánimes elogios: esta vez, McDonagh volvió a la comedia negra, género con el que debutó en 2009, cuando sorprendió a todos con Escondidos en Brujas, película que abrió el Festival de Sundance, ganó el premio Bafta al mejor guion, fue nominada al Oscar en la misma categoría y le valió a Colin Farrell un Globo de Oro al mejor actor (Farrell volvió a trabajar con el director tres años después en Siete psicópatas y un perro, junto a Harrelson y a Christopher Walken). Tres anuncios... se presenta como una gran batalla entre un comisario y la madre de una chica asesinada, que intenta que se haga justicia.

En esta nueva entrega de los Globo de Oro, considerados la antesala de los Oscar, el mexicano Guillermo del Toro siguió su racha triunfal con la película La forma del agua, por la que recibió la estatuilla correspondiente al mejor director, después de haber ganado el premio mayor en el festival de Venecia el año pasado. El film está ambientado en 1962, durante la Guerra Fría, y a medida que avanza la trama, en su contenido fantástico se trasluce un mensaje político de reivindicación de los “diferentes”, referido a la situación actual de Estados Unidos con el gobierno de Donald Trump. El centro de la historia es un laboratorio secreto estadounidense donde se mantiene cautivo a un ser anfibio capturado en la Amazonia; una mujer muda, encargada de la limpieza del lugar, se enamora de ese ser y decide salvarlo, con la ayuda de una compañera de trabajo afroestadounidense y un vecino homosexual.

El domingo, Del Toro se convirtió en el tercer cineasta mexicano en recibir este galardón, después de Alejandro Rodríguez Iñárritu (en 2007 por Babel y el año pasado por El renacido) y de Alfonso Cuarón (en 2014 por Gravedad). Pese a su éxito y prestigio desde que debutó en 1993 con Cronos, antes de La forma del agua nunca había ganado un premio de primer nivel como director en un festival internacional, aunque sí un Goya por su guion para El laberinto del fauno (2006). “Desde mi infancia he sido fiel a los monstruos”, dijo, en referencia a esta personalísima apuesta, y agregó que era “muy bonito premiar la imaginación mexicana, un punto de vista único que llevamos. Hay que recordar al mundo que hay mucho que contar, y un contar muy mexicano”.

Por su parte, el británico y multifacético Gary Oldman cumplió con las expectativas y se impuso en la categoría de actor de drama por El instante más oscuro. En este film dirigido por Joe Wright, Oldman vuelve a confirmar su capacidad camaleónica interpretando al corpulento Winston Churchill. La trama se desarrolla en 1940, cuando este acababa de convertirse en primer ministro de Reino Unido en un complejo contexto, con el ejército nazi avanzando sobre Holanda, Bélgica y Francia. En aquella encrucijada de la Segunda Guerra Mundial, Churchill se debatía entre la posibilidad de un tratado de paz con Alemania y el combate por la liberación de Europa.

James Franco fue elegido mejor actor de comedia por The Disaster Artist, que también dirigió y produjo. La película –que el año pasado ganó el premio principal del festival de San Sebastián– se basa en la filmación de The Room, estrenada en 2003 por el polaco-estadounidense Tommy Wiseau (su director, guionista y protagonista) y considerada singularmente mala, por lo que se convirtió en un film de culto.

En la categoría de comedia triunfó Lady Bird, el sonado debut como guionista y directora de la actriz Greta Gerwig, protagonizado por Saoirse Ronan (también ganadora en su rubro), que fue catalogada como una película “indie adolescente” y se convirtió en un gran éxito. “Ya no somos la historia al margen, nosotras somos la historia, escribimos la historia”, afirmó, en uno de los muchos discursos sobre la condición de la mujer, Elisabeth Moss cuando recibió la estatuilla a mejor actriz dramática por su trabajo en The Handmaid’s Tale –basada en la novela homónima de Margaret Atwood–, que también fue elegida mejor serie dramática y sumó un premio a Ann Dowd como mejor actriz de reparto. En la lista, que es larga, hubo también un premio a Big Little Lies como mejor miniserie, y tres por su actuación en ella a Nicole Kidman, Laura Dern y Alexander Skarsgard. La gran sorpresa de la noche la dio el mítico Kirk Douglas que, a los 101 años, se apersonó en la ceremonia para recibir un emotivo homenaje, luego de que también se distinguiera la carrera de Oprah Winfrey, presentadora de televisión en su faceta más conocida.