La Escuela de Cine de San Antonio de los Baños se inauguró en Cuba el 15 de diciembre de 1986, en presencia de Fidel Castro, Gabriel García Márquez y el argentino Fernando Birri, quien después de estrenar dos películas que se convirtieron en referencias –el cortometraje Tire dié. Un documental sobre los niños pobres santafesinos (1958) y Los inundados (1962)– se convirtió en una de las figuras centrales del comienzo del Nuevo Cine Latinoamericano en los años 60. En 1950 había fundado la Escuela Documental de Santa Fe y, años después, junto con García Márquez, replicó la experiencia en Cuba. El 28 de diciembre, Birri falleció en Roma a los 92 años, y dos semanas después Cinemateca Uruguaya inaugurará un ciclo en su memoria: en Sala 2, el lunes 15, se proyectará su clásico Los inundados, en el que explora la vida, las vicisitudes y la singular templanza con que una familia enfrenta los desmanes del río Salado, en la provincia de Santa Fe. Basada en el relato homónimo del escritor argentino Mateo Booz –que integra su libro Santa Fe, mi país (1934)–, esta película fue premiada en Venecia y México, y años después los investigadores Raúl Manrupe y Alejandra Portela (en su Diccionario de films argentinos 1930-1995) afirmaron que fue el ensayo“esencial y solitario de un posible neorrealismo argentino (o, mejor, litoraleño) que pinta a personajes, lugares y a la inundación desde lo picaresco, para describir una crítica sin panfleto”. Antes se exhibirá su mítico –y fundacional– documental Tire dié, que realizó durante el período de la escuela de Santa Fe y presentó como su “primera encuesta social filmada”, ya que se trataba de un logradísimo registro de la miseria en la que vivían los niños de su provincia. Con una extensión de media hora, Tire dié ganó en su momento, entre otras distinciones, el gran premio del jurado del Festival de Cine Documental y Experimental del SODRE. En 2015, 57 años después de su estreno, el historiador y periodista argentino Osvaldo Bayer, también santafesino, escribió una contratapa en Página 12, en la que recordó que él mismo, “cuando era chico, había sido testigo de esa pobreza. Ya vivía en Buenos Aires, pero iba a pasar las vacaciones a Santa Fe. Y cuando el tren cruzaba el puente sobre las aguas a la entrada de esa ciudad se producía el acontecimiento. Llegaban corriendo los niños de los alrededores, pobrísimos, e iban acompañando el tren que disminuía su marcha. Ellos iban saltando por los durmientes, gritándoles a los pasajeros que abrían las ventanillas para mirarlos, ‘tire dié’ para que les arrojaran una monedita de diez centavos con la que podían comprarse un pancito en aquellos tiempos. Los pasajeros hacían puntería con las monedas, de manera que pudieran ser alcanzadas por las manos de esos arriesgados pedigüeños de pantaloncitos parchados. Como pasajero fui testigo de todo eso, muerto de miedo yo, pensando que esos niños podían tropezar con los durmientes y caer a las aguas profundas. Todo un espectáculo, y Birri lo filmó para la eternidad de esos momentos argentinos”.
El martes será el turno de Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988), su adaptación del maravilloso relato de García Márquez; el jueves se proyectará El siglo del viento (1999), documental basado en Memorias del fuego, de Eduardo Galeano, quien también participó como libretista y narrador. Según el dossier de Cinemateca, se trata de un trabajo “arbitrario y sesgado, un poco naíf, con destrezas de compaginación y un material de archivo que no carece de interés”. El viernes tendrán su lugar en el ciclo dos films recordatorios: Fernando Birri, el utópico andante, del boliviano Humberto Ríos (2012), que explora su vida y su obra; y El padre de todos nosotros, del colectivo argentino Grupo Insurgente (2003), que se presenta como una conversación con Birri en la Escuela de San Antonio de los Baños, luego de que el cineasta viera varias horas de “cine piquetero” y otras variantes de “preocupación social”.
En el próximo festival de Cinemateca –que comenzará el 29 de marzo– se estrenará el emotivo documental Ata tu arado a una estrella, de Carmen Guarini. En 1997, cuando Birri volvió a Argentina para filmar una película a 30 años de la muerte del Che Guevara, Guarini siguió aquel rodaje sobre las huellas del Che y la vigencia o no de la utopía en el mundo contemporáneo, registrando su proceso creativo y a los diversos entrevistados, desde Ernesto Sábato (“es imposible vivir sin utopía”, advierte) y los mencionados Bayer y Galeano hasta el artista plástico León Ferrari o agricultores bolivianos.
Al final del documental de Guarini, Birri, que fue asistente de dirección del italiano Vittorio de Sica (“el neorrealismo, antes que un estilo cinematográfico, es una actitud moral”, admitía) y amigo del poeta español Rafael Alberti –quien le dedicó un recordado poema en 1983–, se emociona cuando afirma que insistir en nuestras posiciones es un acto de resistencia. “Ese es nuestro lema: resistir”, decía, a la vez que peleaba por comprender la realidad para poder transformarla.