Entre lunes y martes fueron enviados varios paquetes con explosivos a algunos de los blancos preferidos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como el ex presidente Barack Obama, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, el financista y filántropo George Soros y la cadena CNN. Una de las principales líneas de investigación es que los responsables de los ataques sean seguidores del mandatario. “Tiene bastante lógica, sobre todo si se tiene en cuenta que muchos de ellos no saben escribir, así que no tienen la posibilidad de canalizar su odio por medio de una carta con amenazas. No tienen más remedio que pasar directamente a la bomba”, aseguró un agente del FBI.

Ayer trascendió en medios estadounidenses la noticia de que un paquete bomba había aparecido en el buzón de correo de Trump, aunque desde la Casa Blanca se apresuraron a aclarar que el ataque tiene características “radicalmente diferentes” de los otros. “En realidad, este paquete lo había enviado el presidente Trump y tenía como destinatario a Barack Obama. Desgraciadamente se olvidó de ponerle las estampillas, así que el cartero se lo devolvió. Pero el pueblo estadounidense puede estar tranquilo de que nadie intentó atentar contra la vida del presidente”, declaró un vocero de la Casa Blanca. El funcionario aclaró, de todas maneras, que la seguridad presidencial ajustará los protocolos para evitar que se repita un incidente así: “Todos los paquetes que envíe el presidente tendrán su estampilla, sin excepción”.