Es bastante habitual que la ceremonia de entrega de los premios Oscar se convierta en plataforma de reivindicaciones diversas y celebración de luchas de todo tipo y color. En ese marco, no sorprendió demasiado que este año estuviera entre las presentadoras la chilena Daniela Vega, protagonista de Una mujer fantástica (Chile, 2017, dirigida por Sebastián Leilo), que se estrena en Uruguay el 15 de marzo. La ficción ganó el Oscar 2018 a mejor película extranjera y cuenta la historia de Marina, una joven camarera con aspiraciones de cantante que se enamora de un hombre mucho mayor que ella.

Su director, Lelio, ya había cosechado aplausos con Gloria (2013), un film que le valió a su protagonista, Paulina García, un Oso de Plata en el Festival de Berlín a mejor interpretación femenina. En esa ocasión Lelio contaba la peripecia de una mujer que entraba en los 60 años con expectativas de volver a enamorarse y vivir plenamente esa etapa. “Es un canto al derecho a disfrutar de la vida de una generación, la de los ya mayorcitos, en medio de una sociedad enfermizamente obsesionada por la juventud”, decía entonces el director.

Su última película es, en cambio, “una construcción más compleja”, según ha dicho él mismo, porque “es muchas películas al mismo tiempo”. Es una historia de amor, es una historia de pérdida y de duelo, pero es también la historia de las muchas batallas que debe dar la protagonista para hacerse respetar como la compañera de un hombre que ya ha tenido otra familia. Marina es una mujer transgénero: alguien que recibió un nombre de varón al nacer y que vive su vida adulta como mujer.

Daniela Vega también es transgénero, y en su país, Chile, la ley propuesta durante el gobierno anterior para reconocer a las personas el derecho a cambiar su nombre de acuerdo al sexo con el que se sienten identificadas todavía está siendo discutida. Dos días después de que Una mujer fantástica ganara el Oscar, todo el equipo de la película fue recibido por Michelle Bachelet en el Palacio de La Moneda. A la salida, Vega dijo a la prensa que la obra “interpela a los espectadores” y los hace definirse frente al problema de las personas trans. “En este país, al que yo regreso feliz con el equipo de la película, en mi carné sigue figurando un nombre que no es mi nombre. El país donde yo nací no me entrega la posibilidad de ser yo”, dijo, y animó a los parlamentarios a aprobar la Ley de Identidad de Género, que está en debate desde hace cuatro años.