La oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur de América Latina presentó ayer, en la sede del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, su documento Panorama laboral de América Latina, publicado a fines de 2017. El informe presentado por Andrés Marinakis, especialista en políticas de mercado e instituciones laborales del organismo multilateral, muestra a Uruguay despegado en los principales indicadores del mercado laboral, pero llama la atención sobre el desempleo, principalmente en menores de 24 años.

Con base en las encuestas continuas de hogares y para un universo de asalariados públicos y privados –así como los llamados trabajadores domésticos, que se consideró por separado–, la OIT analizó los primeros tres trimestres de los datos de los países de la región.

Uno de los puntos abarcados fue la tasa de desocupación y se ubicó algo por encima del promedio regional de 8,7%, con 8,1%, una décima de punto porcentual por encima de lo registrado en el mismo período (los primeros tres trimestres) de 2016.

Sobre este aspecto, Marinakis resaltó en particular el problema de la tasa de desempleo mayor para los jóvenes –de 15 a 24 años de edad–. En la región, esa tasa juvenil es más del triple que la correspondiente a los mayores de 24 “en la mayoría de los países”, y Uruguay tuvo la tercera tasa más alta en América Latina, superando 25% en los nueve meses considerados y con un leve incremento respecto de igual período del año anterior.

Si bien las tasas de desempleo de las mujeres siguen superando a las de los hombres, Marinakis señaló que esta diferencia no es tan grande como la de los jóvenes, aunque de todos modos “existe y preocupa”. Tanto en Uruguay como en términos generales, el desempleo femenino es 1,4 veces más que el masculino.

El especialista manifestó que “el interés del estudio no era la coyuntura sino un horizonte mayor”, y que por eso se analizaron evoluciones salariales de 2005 a 2015. En este sentido, destacó el incremento del salario mínimo nacional en el período y su cambio conceptual. En los años 80 y 90, dijo, “era utilizado como indexador para transferencias e impuestos”, y esto creaba “un incentivo perverso para hacer ajustes fiscales, dejándolo en niveles irrelevantes”, pero después de 2004 se “revirtió” esta tendencia. En particular, sostuvo que en Uruguay la tasa de aumento fue de 7,5% al año, el segundo mayor incremento en el continente después del de Honduras, cuyo caso se consideró atípico.

En lo referido a la brecha de género, Marinakis destacó que “la tendencia general fue a una mejora” en la década analizada, y que el avance fue mayor en el sector privado (39%) que en el público (24%), lo que atribuyó a una mayor inserción femenina en el primer ámbito.

El experto observó que en 2005 el trabajo doméstico representaba 22% del empleo femenino total, y que una década después cayó a 17,5%, e interpretó que el cambio se debió a que muchas personas pasaron de esa actividad a otras en el sector privado.

El ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, fue invitado a comentar los resultados y reconoció las “desmejoras” en materia de empleo, “en continuo” durante los últimos tres años, aunque destacó que en el caso de Uruguay los indicadores de este problema fueron inferiores a los de la región en general y a los del Cono Sur. En este sentido, sostuvo que “es de las primeras veces en la historia que nos desacoplamos de la región”, y se congratuló por las políticas que determinaron que, además, esto se diera “con crecimiento de los salarios”, de 54% en la década observada. “El crecimiento del salario real es algo para enorgullecernos” y “beneficia a los trabajadores y empresas”, afirmó, aunque agregó que hay que “ponerles ojo” a los niveles de empleo, y que esta es una de las principales preocupaciones del equipo de gobierno.