Los premios Echo son una especie de Grammy que otorga la industria musical alemana. En la última edición, que tuvo lugar el jueves en Berlín, un verso hizo estallar la polémica. Sus autores son los raperos Kollega y Farid Bang, que se llevaron el premio por su álbum Jung, brutal, gutaussehend 3 (Joven, brutal y atractivo 3), cuya canción “0815” dice en un tramo: “Mi cuerpo está tan marcado como el de un prisionero de Auschwitz”. Para muchos, fue demasiado. Ocurre que los Echo se entregaron el 12 de abril, día en que en Israel se recuerda el Holocausto judío. Además, la comunidad alemana está muy sensibilizada por el tema tras el reciente ataque a una niña de familia judía por parte de refugiados musulmanes.
El jurado de los premios Echo había considerado estos factores al nominar el disco, aunque finalmente decidió que la cosa caía del lado aceptable de la libertad de expresión. Después del escándalo, la Cámara del Disco alemana anunció que revisará la selección de artistas para la próxima entrega, y el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, pidió disculpas. Varios artistas –entre ellos Klaus Voorman, el artista amigo de The Beatles que hizo la tapa de Revolver– devolvieron las estatuillas recibidas en estos años.
En el medio quedó Campino, el cantante de Die Toten Hosen, histórica banda punk alemana (que visitó Montevideo a principios de la década de 1990) a quien justo le tocaba hablar en la ceremonia de premiación. “No hay que esperar demasiado de rimas que surgen durante competencias entre raperos para ver quién es más grosso. No hay que buscarles mucho significado, porque no lo tienen. La provocación es parte del arte. Si la provocación toma forma misógina, homofóbica, de extrema derecha o antisemita, entonces se rebasa un límite”. Kollega y Farid le hicieron burla desde el escenario, pero días después el primero de ellos, de origen español, también pidió disculpas.