Podrá cambiar la cantidad de directivos de la FIFA sobornados para asegurarse la sede de la Copa del Mundo, la cantidad de obreros explotados en la construcción de los estadios o la cantidad de economías regionales devastadas por inversiones multimillonarias que jamás devolverán la ganancia necesaria. Pero con cada fiesta mundialista sabemos que algo se mantiene: la llegada del álbum de figuritas unos meses antes, cual heraldo de Galactus que anticipa el arribo de ese gigantesco ser que se lleva nuestra vida (al menos por un rato).
La versión 2018 de los cromos del Mundial fue similar a las últimas ediciones. Desde que el cupo se amplió a 32 selecciones, la cantidad de figuritas necesarias para completar el álbum se acercó a las 700, lo que significa que deberás invertir una pequeña fortuna si tu intención es llenarlo, incluso si no te tocara una sola figurita repetida. Y si tu intención no es llenarlo, debería darte vergüenza; nadie quiere tener en su casa un libro de fotos que incluye un montón de rectángulos numerados.
Otra característica presente es que los nombres de los países, así como otros datos, aparecen en un montón de idiomas. No hay que confundir este hecho con una apuesta a la globalización, la tolerancia y la paz mundial, sino saber que fue para ahorrarse horas de diseñador y mandar a todas las naciones del globo el mismo archivo digital para imprimir las páginas.
Claro que no todas las decisiones respondieron al criterio de abaratar costos. Hay un puñado de cromos del álbum de Rusia 2018 (algunas al principio -el escudo de cada país-, algunas al final) que tienen hologramas, que las separan del resto y les dan un toque de distinción. Esto se convertiría en un dolor de cabeza para los coleccionistas y para la empresa distribuidora, que no identificaremos pero cuyo nombre rima con el tradicional sándwich italiano panini.
La empresa asegura desde el retiro de contratapa del álbum que “se han impreso cantidades iguales de todas las figuritas”. Sin embargo, las figuritas holográficas (que a partir de este momento llamaremos “brillantes”) eran más difíciles de conseguir que una foto de Lionel Messi exteriorizando un sentimiento. ¿Nos habían mentido?
En defensa de la empresa, hay figuritas que llegan en menor cantidad al “mercado secundario”, que son los compradores que sacan repetidas en sus sobres y las cambian con amigos y conocidos. Muy poca gente pegaría en sus termos al suizo Michael Lang (8-2-1991, 1.85 m, 79 kg), mientras que la repetida de Luis Suárez podría no llegar al patio del recreo y decorar un cuaderno o una ventana. De cualquier modo, la excesiva carencia de brillantes, incluso las de escudos estéticamente feos como el de Egipto, generaban sospechas.
Mercados secundarios
Se acercaba el comienzo del torneo y aquellos adultos que habían invertido dinero fuerte para llenar el álbum temprano (en una estrategia interesante si se cuenta con el dinero, ya que pone en el mercado sus repetidas cuando a mucha gente le faltan muchas figuritas, aumentando la probabilidad de “faltis”) descubrieron que en los puestos de 18 de Julio las brillantes se vendían a precios astronómicos. Debían decidir si comprar el escudo de Colombia o pagar la universidad privada de los hijos, y no le deseo a nadie tener esa difícil incertidumbre.
Para evitar a los revendedores, que además les subían los precios a selecciones enteras, como Uruguay, Brasil y Argentina, quedaba la opción de comprar cromos sueltos a la empresa. Algo que los comerciantes del mercado negro estaban haciendo mucho antes de que Juan Pueblo estuviera a 30 cromos de llenar el álbum.
Cuando Juan se acercó con su humilde listita, se encontró con un cartel que decía que “hasta nuevo aviso el servicio de completado de álbumes se encuentra parcialmente limitado por el faltante de varios números de figuritas”.
“Esta situación se da debido a la alta demanda y al desafortunado episodio del robo de stock de figuritas y registro de pedidos, ocurrido el pasado martes 5 de junio. El servicio se retomará a partir de la última semana de junio, cuando se reciba una nueva reposición”. Palabras textuales.
Y para evitar la reventa, desde hace un tiempo exigían que los coleccionistas llevaran el álbum para ser sellado y que cada cliente comprara brillantes por única vez. Esto sería genial, salvo por el hecho de que esos mismos locales te regalaban un álbum si pasabas por la puerta y los encargados no revisaban que esas 30 efectivamente fueran las que te faltaban.
En resumen: la evidente escasez de brillantes no solamente disparó su valor en el mercado negro, sino que terminó generando pánico entre los compradores y motivó actividades criminales. Solamente falta que pandillas motorizadas recorran 18 de Julio desde el Obelisco hasta la plaza Independencia y estaríamos ante una película de la saga de Mad Max, con el lobo Zabivaka en lugar de Mel Gibson.