Desde hace tres años, Gabriel García Martínez se dedicó a fotografiar escenas de la vida cotidiana con un iPhone 5. Tanto la exposición que se inaugura mañana en el Foto Club Uruguayo (Ejido 1444) como el libro que presentará el 14 de setiembre parten del mismo corpus compositivo; cada una de las fotografías está acompañada por textos breves que expresan estados de ánimo y pensamientos que, con la dinámica de un cadáver exquisito, se asocian a las imágenes. Así, Ego Sum Lux presenta a un tren que atraviesa las nubes, el barrio (Capurro), los viajes y una mudanza inconclusa, pero también la noche, el día, el paso del tiempo, el amor y el desamor. Según plantea el texto de la presentación, en un mundo “saturado de imágenes que se generan y circulan de manera inmediata”, estas fotografías “se instalan y materializan”. A la vez, “transitan un camino paralelo, en donde habita el silencio, la pausa, el dolor, la belleza y la soledad”, donde la cámara se vuelve un acompañante imprevisto.

Además, se advierte que a lo largo de su obra García se encontraba en las antípodas de lo que presenta en esta muestra, ya que “siempre fue muy técnico”, “trabajó en blanco y negro” y “se dedicó a documentar la realidad”. Ahora se enfrenta a todo lo contrario: una cámara de 8 megapíxeles, lente fijo, fotografías a todo color. “Ahora es él mismo en primera fila, su ego en el espejo, a plena luz del día. Y una declaración insolente: Ego sum lux”, adelanta Luis Roux.