Entre las gestiones públicas que han tenido un desarrollo más notable en los últimos años está, sin duda, la del SODRE. la diaria conversó al respecto con Hortensia Campanella, experta gestora cultural que estuvo a cargo de las Escuelas de Formación Artística entre 2013 y 2014 (como directora general), y que desde que Tabaré Vázquez asumió su segundo mandato ocupó un lugar, junto a Doreen Ibarra y Élida Gencarelli, como consejera en el Consejo Directivo de la institución.
Según Campanella, desde el principio el Consejo se planteó tres objetivos. Primero, mejorar la infraestructura y prestigiar la programación del Auditorio Nelly Goitiño, que “parecía estar a la sombra del reconocido Auditorio Adela Reta”. “Con el paso del tiempo eso se ha logrado, incluyendo la creación allí de una nueva sala, la B, dedicada al cine nacional y latinoamericano y a conciertos de cámara. Lo mismo se consiguió con el renovado Auditorio Vaz Ferreira, que pasó hace poco más de un año a ser gestionado por el SODRE. Hoy todas las salas del SODRE presentan excelente equipamiento, programación variada y abierta a las inquietudes de los artistas y del público y, por último, unidad de acción desde el punto de vista organizativo”.
También se plantearon la llegada “a todos los públicos”, algo que debía promoverse “tanto en las sedes de Montevideo, como en el resto del territorio nacional a través de la presencia de los cuerpos estables”. En ese sentido, dice, “se amplió la política de descentralización ya existente, se intensificó la presencia de públicos no habituales, con especial énfasis en niños y jóvenes a través de programas específicos de alianzas con instituciones afines, contando siempre con los cuerpos estables (Orquesta Sinfónica, Conjunto de Música de Cámara, Orquesta Juvenil, Coro Nacional, Ballet Nacional, el renovado coro infantil y juvenil) que desarrollaron programaciones en busca de una excelencia no elitista”.
Finalmente, se buscó continuar el camino de renovación de las Escuelas de Formación Artística, “esencial base de la enseñanza pública artística nacional y complemento vital de las actividades de la institución”. Se crearon nuevas carreras, como la de Danza Contemporánea y la de Tango, y se creó el Ballet Folclórico Juvenil. “La presencia de los alumnos de las distintas escuelas por todo el país, y en sus presentaciones en el exterior, avalan la idea de un núcleo pedagógico potente y entusiasta, con una alta exigencia y una gran disponibilidad para ofrecer su arte al gran público”.
Campanella destaca asimismo que se haya conseguido el reconocimiento de estos estudios como formación terciaria, lo que “será un acicate para la profesionalización de sus egresados”.
Pero además explica que todo esto “debía hacerse con una gestión transparente y cuidadosa de los recursos públicos, resultado de una labor de equipos responsables, tanto desde el punto de vista artístico como en lo concerniente a la administración”.
Hoy en día el aprecio del público por el SODRE es innegable. Ha seguido creciendo la afluencia, ya no sólo hacia el “polo luminoso” del Ballet, “sino también en numerosos espectáculos de la OSSODRE y el Coro Nacional”. También merecen mención especial la Orquesta Juvenil y el Coro Infantil, de enorme alcance social. “Creo que la ciudadanía considera como propia esta institución, lo cual es lo mejor que puede ocurrir con una instancia pública. Incluso, quienes no la frecuentan saben que sus puertas están abiertas para todos. El reto es conseguir que sigan entrando”, dice Campanella. Que así sea.