El sábado murió, a los 83 años, el gran cineasta brasileño Domingos de Oliveira, poco conocido fuera de su país. Quizá sus películas no eran especialmente exóticas o rebeldes o rebuscadas en lo formal. Solían agradar más que sorprender, conmovían sin llegar a las lágrimas y hacían reír sin llegar a la carcajada, en un marco de expresión sutil, matizado.

En los años 50 abandonó sus estudios de ingeniería para vincularse al teatro. Arribó al cine como asistente de dirección en tres cortometrajes de Joaquim Pedro de Andrade (1932-1988), y uno de ellos, Couro de gato (1960), terminó integrando el seminal largo compilatorio Cinco vezes favela (1962), uno de los disparadores del Cinema Nôvo.

Su ópera prima Todas las mujeres del mundo (1966) sigue siendo, con buena razón, su película más celebrada y recordada. Es dudoso si integró o no el Cinema Nôvo, ya que no incluía elementos de crítica social aguda (tan sólo una visión algo cínica de cierto sector de la burguesía intelectual), sino que se trataba de una comedia romántica que terminaba bien. De todos modos, como película brasileña juvenil, creativa y profunda por su forma de producción independiente, y por la cercanía personal y profesional del cineasta con los exponentes del movimiento, tendió a ser percibida en el marco de esa etiqueta.

Concibió Todas las mujeres... como un tributo a su ex esposa, la actriz Leila Diniz (protagonista del film). Recién separados, quiso procesar aspectos de su amor, de sus recuerdos y de su personalidad, y lo hizo en la historia de un playboy carioca que se enfrenta a un dilema terrible: optar por “todas las mujeres del mundo” o la mujer de la que se enamoró. En lo temático es una película pos-bossa nova, que trae a la pantalla las nuevas maneras de ser de la juventud de la zona sur de Río de Janeiro, la influencia existencialista, la liberación sexual, e indefinibles componentes de nostalgia y angustia, pero también la actitud de no privarse de los placeres inofensivos de la vida playera. Sin embargo, en lo formal el tratamiento es totalmente pop: el relato está intervenido por animaciones, afiches, intertítulos, comentarios en voz over que dialogan con el espectador, interrupciones. A veces, la cinematografía es alocada por el mero placer de serlo, como cuando el protagonista pasa por el costado del encuadre y la cámara; en vez de seguirlo en un paneo normal (sobre el plano horizontal), lo hace sobre el plano vertical, dejando al protagonista patas para arriba. Poco después de eso, Diniz se convertió en el símbolo por excelencia de la liberación sexual y de la emancipación femenina en Brasil, hecho que se acentuó con su muerte, a los 27 años (1972), en un accidente aéreo. Esta película fue su principal legado artístico: tuvo un éxito espectacular de público y de crítica, y en 2015 fue votada por la crítica brasileña como la 37ª mejor película nacional de todos los tiempos.

Oliveira nunca igualó el conjunto de logros de su debut. Sus siguientes películas fueron mucho más clásicas en su formato. En ese marco, en Brasil fue uno de los pocos nombres de su generación que ostentaron seguridad en todos los rubros esenciales para una narrativa naturalista llana y convencional: guiones sólidos con buenos diálogos, sobresaliente dirección de actores, y dirección precisa, clara y eficaz. Su segundo largo, Edu, coração de ouro (1968), retomaba el ambiente de Todas las mujeres... pero en clave más angustiosa y pesimista. Durante los años 70 se dividió entre la televisión y unas pocas películas de cine. En los 80 casi abandonó el audiovisual y regresó a su primera pasión, el teatro. Se convirtió, como autor y director, en un exponente del llamado teatrão, es decir, teatro con alta producción, actores de la Rede Globo y narrativa estandarizada. No era una veta muy prestigiosa o especialmente importante, pero sí muy popular. Vi A volta por cima en 1981, con Tônia Carreiro: pocas veces vi algo tan espectacularmente bien realizado en un teatro.

A fines de los años 90 empezó una nueva etapa de producción cinematográfica intensiva, motivado inicialmente por una fuerte influencia de las películas semiserias de Woody Allen. En ellas, Domingos solía participar como actor, interpretando siempre un personaje inseguro y neurótico, y la espectacular Priscilla Rozenbaum (esposa del director) solía tener roles destacados. Las películas lidiaban con cuestiones personales de artistas, intelectuales y bohemios cariocas, abordados siempre con sensibilidad, ingenio, humor agudo e inteligencia. La mayoría de los films de esa etapa se exhibió en los festivales de Cinemateca, pero sólo Amores (1997) y Separaciones (2002) llegaron a tener exhibición regular en Montevideo (también en Cinemateca).

En los últimos años la enfermedad de Parkinson comprometió la posibilidad de que apareciera en pantalla. Barata Ribeiro, 716 (2016), ambientada en 1968, regresaba al ámbito de sus dos primeros largos, ahora en ambientación de época y agregando matices más explícitamente políticos. Fue la ganadora absoluta del Festival de Gramado en 2017. Su último film, Os 8 magníficos (2017), tuvo un formato peculiar: el director sencillamente invitó a almorzar a ocho grandes actores (Fernanda Torres, Wagner Moura, Maria Ribeiro, Alexandre Nero, Dudu Moscovis, Carolina Dieckmann, Sophie Charlotte y Mateus Solano) y los estimuló a discutir en cámara distintos aspectos del arte y la vida. Luego de su estreno en el Festival de Río de Janeiro, increíblemente no tuvo exhibición comercial.

Algunos exponentes del Cinema Nôvo lo tildaron de enajenado por omitir una postura expresa de oposición a la dictadura y por casi nunca abordar a personajes de las clases más desfavorecidas. De Oliveira decía que, sencillamente, no se sentía capaz de lidiar con esos asuntos, y prefirió limitarse al ámbito de cuestiones que lo apasionaban y que podía retratar con conocimiento de causa, y que hubiera quedado sin representación en pantalla si todos los cineastas se hubieran dedicado a enfocar las miserias del sertão o de las favelas. Ese modesto cometido lo cumplió con creces en uno de los cuerpos de obra más consistentes y deliciosos de la cinematografía brasileña.