[Actualización] El viernes 23 de agosto la plataforma de streaming anunció que el estreno del documental en Netflix fue suspendido y será antes de fin de año.

Seis años después de que el músico y cineasta serbio Emir Kusturica diera un show en Bélgica con la camiseta de la selección uruguaya de fútbol, y de que en 2018 lo estrenara, fuera de concurso, en el Festival de Venecia, su documental El Pepe, una vida suprema llegará a las pantallas locales.

Como contábamos el año pasado, en Venecia Mujica acaparó la atención de los medios entre estrellas como Ryan Gosling y Lady Gaga, y el documental, que colmó la sala grande del festival, generó una ovación de varios minutos con el público de pie.

En esta coproducción uruguayo-argentina, el director (premiado por obras tan recordadas como Underground, 1995; Tiempo de gitanos, 1988; Gato negro, gato blanco, 1998) vuelve al formato documental y a una figura latinoamericana luego de su Maradona by Kusturica (2008) para registrar la vida pública y privada de Mujica, sus últimos días como presidente, sus reflexiones y su presente político. El film se presenta como una obra en la que el ex presidente “abre su mundo más íntimo, desde su experiencia transformadora en la cárcel como preso de la dictadura hasta sus tareas cotidianas en la chacra”, en el momento bisagra “en el que se aleja del poder y se construye su legado”.

En Venecia, antes de la proyección, Mujica había reconocido a la diaria que se sentía “como perro en cancha de bochas”, “mientras tomaba mate, tal y como arranca la primera secuencia de El Pepe, una vida suprema, en la que el ex presidente trata de enseñarle el método a Kusturica, algo que no está claro que consiguiese en las más de 50 horas de material que rodó el director, que fue tres veces premiado en Cannes con la Palma de Oro”, escribía desde Italia Alejandra Trelles. En ese entonces, el director también adelantó a la diaria que tal vez hiciera algo con esas 50 horas de material que rodó para el film, en las que tuvo total libertad a la hora de conversar con Mujica.

En el encuentro Kusturica contó que este documental es “una historia de amor, porque esa militancia fue la que los unió [a Mujica y Lucía Topolansky] desde aquella primera vez que se vieron, cuando ella le entregó sus documentos falsos, hasta este momento otoñal de sus vidas, en el que están juntos luego de tanto tiempo. Y esto, seguramente, es lo que los hace únicos: compartir no sólo el amor, sino también el espíritu de lucha y de militancia, y las mismas batallas”. Y admitió que se sentía “impresionado por él y por su trabajo, y también triste por no haber tenido un presidente como él”. Por eso decidió “hacer esta película, celebrando la virtud y la posibilidad de una utopía”.