Aunque fue periodista, diputado, asesor y activo participante de las luchas federales, José Hernández marcó historia con su poema narrativo El gaucho Martín Fierro (1872), la máxima obra de la literatura gauchesca (de hecho, en homenaje a su nacimiento, el 10 de noviembre, en Argentina se festeja el Día de la Tradición). Tan es así que, cuando falleció, un diario de La Plata tituló: “Ha muerto el senador Martín Fierro”. Pero, más allá de su obra culminante (junto a La vuelta de Martín Fierro, de 1879), su brutal registro de la situación del gaucho y su devenir político, poco se habla de su intensa actividad periodística. Y aunque resulte sorprendente, recién este año se concretó una edición integral de la obra completa de Hernández: 14 tomos que reúnen, junto al Martín Fierro, su “postergado o desconocido trabajo como prosista de combate”, periodista (en sus varias estadías en Montevideo escribió en el diario La Patria), ensayista y parlamentario.

Ángel Núñez, crítico argentino, docente y codirector de la edición crítica del Martín Fierro para la Colección Archivos de la UNESCO (2001), coordinó este proyecto que comenzó en 2005 y concluyó este año. El martes a las 19.00, en el Centro Cultural de España, Núñez, junto a Alicia Sisca, quien también participó en la edición, además de haber estudiado el espíritu religioso en Martín Fierro, y el docente e investigador Pablo Rocca, que se ha especializado en la literatura gauchesca del Río de la Plata, presentarán esta hazaña editorial.

Como Núñez escribió hace unos años (en el diario La Gaceta), “distintas razones, incluso políticas, hicieron que no se atendiera debidamente la obra periodística de José Hernández, que entre 1859 y 1874 escribió en forma insistente en diarios de Paraná, Corrientes, Rosario, Buenos Aires y Montevideo”, además de fundar y dirigir varios periódicos.

El crítico cuenta en una entrevista de Página 12 que Hernández publicaba en folletos: “Lo único que publicó en formato libro fue Instrucción del estanciero, aunque si era para que el paisano lo leyera, lo ideal hubiera sido que fuera también en folleto”. Dice que entre los pensadores de esa época, Hernández “tiene una cosa única: defiende al gaucho, al trabajador rural. [Dardo] Rocha, que era gobernador bonaerense, y era su amigo, le dice ‘mándese un viaje, vaya a Australia, vaya a Europa, para ver qué técnicas rurales podemos aplicar para desarrollar en la provincia’. Y Hernández le responde: ‘Mire, no gaste plata, yo le escribo ese libro. Porque nosotros sabemos cómo organizar una estancia para que produzca bien’. Y le escribe esta instrucción, para que un peón pueda organizarse, instalarse y sepa qué es lo que hay que hacer. Y plantea ahí: hagamos colonias con hijos del país, como se hace con los extranjeros. Los incluye”. Además, “los piensa como un elemento valioso del país”: “Con ellos, que son los que han hecho la guerra, vamos a hacer el país”, impugnaba.