Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Cantaba Leonard Cohen que “hay una guerra entre los que dicen que hay una guerra y los que dicen que no la hay”. Entre los primeros está Rodrigo Alvim, secretario federal de Cultura de Brasil. Alvim sostiene que está en curso una “guerra cultural” internacional, y que forma parte de ella la postulación al premio Oscar del documental Democracia em vertigem (Al filo de la democracia), dirigida por Petra Costa. La película combina la historia personal de la cineasta con la brasileña en lo que va de este siglo, y en particular con los gobiernos del Partido de los Trabajadores, hasta la destitución de la presidenta Dilma Rousseff en 2016 y el ascenso de Jair Bolsonaro.

No hay una polémica semejante en Uruguay acerca de la película El Pepe, una vida suprema, de Emir Kusturica, que no es realmente un documental y que quizá tampoco sea candidata a un Oscar, aunque uno nunca sabe. Sin embargo, es posible que Alvim también considere que su postergado estreno en Netflix fue una batalla de la misma guerra, o por lo menos una escaramuza.

Otro proceso que podría ser catalogado como parte de una guerra cultural es el creciente destaque en los medios de comunicación, tras las elecciones nacionales, de los episodios de abigeato, al tiempo que disminuye (relativamente) la importancia que se le asigna a los delitos urbanos con víctimas humanas. No hacen falta teorías conspirativas para asociar este cambio con el énfasis en el combate a los abigeos por parte del presidente electo, Luis Lacalle Pou y varios integrantes designados de su futuro equipo de gobierno, entre ellos los próximos ministros del Interior y de Ganadería, Agricultura y Pesca, Jorge Larrañaga y Carlos María Uriarte, respectivamente.

Uriarte lanzó ayer varias ideas al respecto, que incluyen la presencia de dos policías con experiencia “campera” en cada comisaría de los territorios afectados. También le parece conveniente que se formen grupos de Whatsapp integrados por productores rurales y policías (algo así como una versión campera de los “vecinos alerta”, con la misma herramienta de comunicación que estuvo en el origen de Un Solo Uruguay), así como el uso de drones.

Sin ánimo de cuestionar la relevancia de este delito, o la necesidad de evitar que se produzca, cabe señalar que el discurso en la materia de las autoridades entrantes es, sin duda, parte de un relato sobre la producción agropecuaria como centro crucial de la economía, muy en sintonía con los planteamientos de Un Solo Uruguay. En ese sentido, no llama la atención que Uriarte, vinculado con la formación de ese movimiento, haya salido a hablar del asunto ahora, cuando se acerca la tercera concentración en Durazno de los “autoconvocados”.

Mientras tanto, en el escenario urbanísimo de Montevideo, continúa la guerra o guerrilla por la candidatura frenteamplista a la Intendencia de Montevideo. Pablo Ferreri sigue en conversaciones para definir una tercera postulación (que puede ser la suya o la de Álvaro García), a fin de que exprese “una sensibilidad de izquierda moderna, de centroizquierda”. A juicio de Ferreri, esa sensibilidad no es representada por Carolina Cosse ni por Álvaro Villar.

Hasta mañana.