Desde que se declaró la emergencia sanitaria, el 13 de marzo, en Uruguay aumentó el consumo de contenidos audiovisuales en plataformas de streaming, y en televisión abierta y para abonados. Pero aquellas áreas que se definen por ser presenciales, como las artes escénicas o la música en vivo, fueron una de las más afectadas. ¿Qué sucede con la cancelación de obras y conciertos, de giras y festivales?

Es un escenario incierto y cambiante. Este martes, por ejemplo, se suspendieron dos de los festivales más famosos del mundo: el festival de teatro de Avignon, que había programado por primera vez a un uruguayo (Sergio Blanco, con su obra Cuando pases sobre mi tumba), y el festival de cine de Cannes, que cambió de formato. Además, se cancelaron importantes citas locales, como el clásico Festival de Cinemateca de fines de marzo. Con las salas cerradas, decenas de actores a la deriva o en seguro de paro y músicos que contienen la respiración mientras intentan pensar en nuevas vías de ingreso, como tantos productores, técnicos y trabajadores, el panorama del sector cultural es cada día más complejo.

En este contexto, dos economistas e investigadores de la Facultad de la Cultura (Claeh), Diego Traverso y Ernesto Pienika, publicaron el artículo “Estimación del impacto de la pandemia en las artes escénicas” uruguayas, a partir de algunos datos que fueron sistematizados por la Cuenta Satélite de Cultura, que apunta a medir económicamente a los sectores culturales y su impacto en el producto interno bruto nacional.

Para el sector de la música y las artes escénicas, la Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU) brindó los borderaux (dinero recaudado por venta de entrada) de los espectáculos de música, teatro y danza de 2016, año que se tomó como muestra para estimar el impacto de la pandemia en el sector. Los autores recuerdan que las artes escénicas ocupan a miles de trabajadores públicos y privados (artistas, técnicos, productores, personal de limpieza, boletería, etcétera), y que según la Cuenta Satélite en Cultura, en 2012 empleaban a 3.529 personas, sin tomar en cuenta a los propios artistas.

Ahora, dada la incertidumbre sobre la duración de la pandemia, las estimaciones prevén impactos significativos, dependiendo de tres escenarios posibles de reactivación:

  • Escenario optimista (prevé que los espectáculos públicos se reanuden el 1° de junio). En este caso, las entradas vendidas en espectáculos musicales disminuiría 35%, y la asistencia de público caería 23%, mientras que, en teatro y danza, caerían 12%, y la asistencia de público, 13%.
  • Escenario medio (estima que se reactiven el 1° de julio). En este contexto, la recaudación en materia musical caería 39% y la asistencia de público, 30%, mientras que en las artes escénicas disminuiría 29%, y la asistencia de público, 27%.
  • Escenario pesimista (pronostica que regresen el 1° de octubre). En este escenario, la recaudación del rubro musical caería 55%, al igual que la asistencia de público, mientras que en teatro y danza la venta de entradas caería 58% y la asistencia de público, 60% (ya que cuentan con mayor producción de espectáculos durante julio y agosto).

Los economistas sostienen que la imposibilidad de realizar espectáculos durante el invierno afectaría más al teatro, la danza y el cine que a la música en vivo, si bien indican que el impacto directo de esta crisis “es sólo una cara de la problemática que enfrentan las artes escénicas en el corto plazo”, ya que también existe un impacto indirecto, que se genera por la disminución general de las posibilidades de consumo y por el hecho de que el consumo cultural es uno de los primeros rubros que las familias recortan en un contexto de crisis.

Los especialistas señalan que un modo de atenuar la crisis podría ser que el “consumo digital se dirigiera preferencialmente a contenidos nacionales, y que las regalías generadas compensaran la pérdida de ingresos por shows en vivo”, si bien reconocen que “las dimensiones del mercado uruguayo hacen que esta sea una solución muy poco efectiva”, más allá de que esta crisis podría “replantear los sistemas de pago en las plataformas digitales, tanto para compositores, autores y productores como para distribuidores y plataformas digitales”.