Sobre gustos no hay nada escrito, y muchas veces el valor de las cosas es extremadamente subjetivo. Basta pensar en aquella foto familiar con una esquina amarillenta, o en ese cuadro colgado que pintó un ser querido, que no es ni muy lindo ni muy feo, pero es ese cuadro y ninguno más. Muchas cosas evocan momentos entrañables y eso hace que su valor se convierta en un concepto elusivo, por fuera del alcance de cualquier parámetro racional o razonable.

¿Cuánto vale, por ejemplo, un video del jugador de la NBA Lebron James haciendo una jugada espectacular? En la era de la abundancia de contenidos, para mí no vale mucho, para vos capaz que tampoco. Sin embargo, para un fan en particular, ese video vale exactamente 71.455 dólares. Si, un tipo pagó exactamente 71.455 dólares para comprar ese video en la plataforma NBA Top Shot, creada en julio del 2019 como un emprendimiento conjunto entre la NBA, la NBA Players Association (símil a un sindicato de jugadores) y la empresa Dapper Labs, que se especializa en la creación de experiencias en blockchain.

Pero ¿qué es blockchain (o “cadena de bloques”)? Es la tecnología que sirve como base de las criptomonedas, de las cuales la más famosa sigue siendo el bitcoin, y que básicamente consiste en una base de datos pública que no puede ser manipulable y que lleva el registro de un sinfín de transacciones; una especie de libro contable digital e hiperseguro.

Las aplicaciones del blockchain exceden ampliamente el terreno de las criptomonedas, pese a que muchos lo conocen sólo por eso. En definitiva, es sumamente útil para cualquier industria que requiera contar con un registro digital, fidedigno e inmutable sobre un conjunto determinado de transacciones. La banca es un ejemplo clásico, así como las aseguradoras.

Volviendo al cuento, y como señalan muchos especialistas, la experiencia de esta plataforma se posiciona muy bien como prueba inicial de un producto al que se le inserta la escasez mediante esta tecnología y que llega a un público general no necesariamente familiarizado con el tema.

Uno de ellos es Michael Cohen, escritor, conferencista y educador. Hablando con él, me comentó que, en su opinión, NBA Top Shot podría generar para la tecnología del blockchain lo que Pokemon Go generó para la tecnología de VR o realidad virtual. Es decir, una experiencia pionera en la popularización de una tecnología compleja, con el potencial de abrir la cancha para nuevas experiencias.

El sitio funciona de manera similar a los típicos álbumes de figuritas. Hay esencialmente dos formas de obtener figuritas o, en este caso, videos. La primera es abriendo sobres impacientemente, con el anhelo, muchas veces inútil, de que nos toque esa figurita que tanto estábamos esperando porque nadie más la tiene.

La gran diferencia entre esos álbumes tradicionales y el caso de NBA Top Shot es la escasez, esa característica tan atractiva que le ha conferido al oro un lugar privilegiado en el transcurso de miles de años. La misma escasez que Satoshi Nakamoto le dio al bitcoin, y que tantas pasiones despierta en este mundo inundado de dinero. Pero no es sólo eso. A diferencia de otros activos que son escasos por su naturaleza (de nuevo, el oro) estos videos coleccionables son escasos por diseño. Cada vídeo, una vez que se compra, se guarda en una billetera electrónica encriptada a partir del blockchain, y los paquetes están disponibles solamente en cantidades limitadas. De hecho, para esta columna intenté sin éxito comprar uno. ¡Están todos agotados!

Esto nos lleva a la segunda manera tradicional de conseguir figuritas: el intercambio en el recreo ‒o en la clase, si eras de esos temerarios que no reparaban en el riesgo de que tu mercancía fuera confiscada por la maestra‒. Para simular esta experiencia, tan especial para socializar durante la escuela y el liceo, NBA Top Shot tiene una sección de marketplace. En este mercado virtual los usuarios pueden listar los videos coleccionables y encriptados por un precio dado para luego realizar subastas, un mecanismo que no difiere mucho del que tiene la bolsa de valores.

Mientras escribo esto está dando vueltas un video de Lebron James hundiéndola sobre el cuerpo triste de Nemanja Bjelica, jugador de los Sacramento Kings, que abre su subasta en 250.000 dólares. Parece una locura, pero si yo fuera el pobre Nemanja estaría dispuesto a pagar incluso más para evitar que ese humillante video vea la luz ¡Es brutal! Por si fuera poco, abajo de la página hay una leyenda que reza, casi con soberbia: “Estamos experimentando más tráfico de lo habitual; las acciones en la web se completan exitosamente, pero pueden demorar más de lo usual”.

Para que quede bien claro de lo que estamos hablando: el contenido en sí mismo no es exclusivo. Por el contrario, la jugada por la cual este usuario pagó 71.455 dólares puede verse con la misma calidad y definición de forma gratuita en Youtube. De nuevo, ¡brutal!

De acuerdo a Action Network, NBA Top Shot registró, desde su lanzamiento, aproximadamente 20 millones de dólares en ventas en sus dos formas: seis millones por los “sobres” y 14 millones por el intercambio a través del marketplace. A su vez, registró volúmenes de compra-venta en el mercado secundario que ascendieron a más de 1,5 millones de dólares solamente en enero 2021.

Un mundo de abundancia (para algunos)

Apenas empezó la pandemia en Occidente, allá por marzo de 2020, había mucha incertidumbre y nadie sabía lo que podía llegar a pasar. Sin embargo, muchos tenían una certeza; la Reserva Federal de Estados Unidos ‒el principal banco central del mundo‒ iba a intervenir para paliar las consecuencias severas que el virus generó, y continúa generando, sobre la actividad economía.

Efectivamente, tanto la Reserva Federal como el sistema político reaccionaron promoviendo agresivos estímulos que llevaron la emisión monetaria a niveles nunca antes vistos. No hacerlo, probablemente, hubiera derivado en un colapso todavía mayor que es difícil de imaginar. Se podría decir que ambos actuaron en tándem. Por un lado, el poder legislativo promovió leyes para desplegar asistencia a los negocios, e incluso cheques directos para personas que cumplían con determinados requisitos, como la Cares Act. Por el otro, la Reserva Federal, además de volver a bajar el costo del dinero a cero, empezó a comprar cada vez más activos fuera de las tradicionales compras de bonos del Tesoro. Al momento, estas intervenciones amortiguaron el impacto del golpe y previnieron un colapso del sistema financiero. Esto no es por poco. Sin embargo, el efecto real en el bienestar de la población no es tan claro.

La consecuencia de esta reacción, en el frente monetario, fue la emisión de dinero a niveles nunca antes vistos, como se puede apreciar en el gráfico. La cantidad de dinero en circulación, medida a partir del M2 ‒incluye no sólo efectivo sino también depósitos y activos líquidos fácilmente convertibles en dinero‒ aumentó 20% en tan sólo un año. Un aumento prácticamente sin precedentes en la historia de Estados Unidos.

Mucho se habló, y se seguirá hablando, sobre las consecuencias de esta intervención. La movida, según dicen, va a salir cara: inundar el mercado de dinero efectivo puede generar inflación, en tanto supone un incremento significativo de la oferta que puede no encontrar correlato por el lado de la demanda. Sencillamente, hay más dinero circulando del que demandan los agentes, lo que opera en detrimento de su valor ‒de su capacidad de comprar bienes y servicios‒. Ojo, el dólar no es el peso argentino y Estados Unidos cuenta con el privilegio de emitir la moneda de reserva mundial. Algo similar se decía luego de 2008.

En este sentido, básicamente no ha pasado nada en ese frente: la inflación estadounidense sigue por debajo de 1,5% anual (por debajo del 2% que persigue la Reserva Federal). Por supuesto, el contexto actual sigue siendo excepcional y no hay certeza sobre lo que puede llegar a suceder hacia adelante. Al momento, las proyecciones no apuntan a un desborde inflacionario.

La inflación, como fenómeno, es el aumento sostenido y generalizado de los precios en una economía. Los pesos que tengo en el bolsillo cada vez alcanzan para menos. Es uno de los conceptos económicos más conocidos y difundidos. En definitiva, es el que más sentimos en el bolsillo. La mayoría de las veces que hablamos de inflación hacemos referencia, casi implícitamente, a la inflación en los productos de consumo: alimentos, servicios, productos de uso general, etcétera. En efecto, la inflación se mide a partir de la variación del índice de precios al consumo.

Sin embargo, hay otros “tipos de inflación”. Y hay un tipo en particular que se relaciona con el fenómeno de NBA Top Shot y con muchos otros más. Eso, quizás, nos puede ayudar a entender cómo alguien puede llegar a pagar 71.455 dólares por un video que es público: la inflación de activos.

La inflación de activos es exactamente igual que la inflación a la que hacemos referencia más comúnmente, con la diferencia que refiere a los activos financieros y no a productos de consumo representativos. Una vez que entendemos el concepto, podemos empezar a formular hipótesis respecto de por qué, en un año en que se imprimió tanto dinero, la inflación no se disparó.

Podríamos especular, como varios analistas han hecho, que ese exceso de dinero no se canalizó hacia la compra de productos de consumo, sino que se destinó a la compra de activos financieros. De esta manera, habría generado el mismo efecto que nosotros sentimos cuando vamos al súper, pero en algunos mercados.

¿Por qué el dinero se canalizó hacia algunos segmentos particulares y no terminó inflando los precios del supermercado? No está claro, pero algunas pistas para analizar el fenómeno podrían ser las siguientes: el diseño de los estímulos monetarios, la inestabilidad laboral y psicológica ‒que fomentó el ahorro y la inversión por sobre el gasto y el consumo‒, o incluso el boom de las plataformas de inversión alternativas, como Robinhood, que se hizo famosa semanas atrás gracias a los usuarios de Reddit.

Lo que parece estar un poco más claro es que, al menos dentro del sistema financiero, el dinero es abundante. Y una vez que el miedo inicial bajó, ese dinero empezó a buscar nuevas avenidas donde rentabilizarse. Lo que nos lleva de nuevo a NBA Top Shot y la razón potencial de su éxito reciente.

Creo que hay dos motivos principales para este fenómeno. Primero, el básquetbol y la NBA, que hace años que son el deporte que más crece dentro de Estados Unidos. Segundo, el contexto financiero descripto. Muchos usuarios ven los videos de NBA Top Shot como activos con los cuales especular y rentabilizar el reciente exceso de liquidez inyectado en los mercados. O incluso de almacenar valor. ¿Quién puede negar que una hundida de Lebron sea una obra de arte?

Como quedó claro a partir del caso GameStop, las nuevas generaciones van ganando su lugar dentro de los mercados, y muchas veces, según parece, pueden no sentirse atraídas por las composiciones clásicas y conservadoras de portafolios de inversión. A veces, quienes pueden ‒¿quién pudiera?‒ sólo quieren divertirse mientras invierten; quieren que la experiencia de comprar activos sea una experiencia social y que esté ligada a algo que ya les interesa. ¡Qué mejor que la NBA! A veces sólo quieren comprar el paquete de figuritas, mirar al cielo y rezarle a Dios (a todos, a cualquiera) que salga el jugador que están buscando, y después mostrárselo a sus amigos en el recreo. Los tiempos cambian y la memorabilia deportiva parece estar de vuelta, pero con la cara lavada.