Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

La campaña de vacunación contra la covid-19 ha dado muy buenos frutos. Quedó planteado que los resultados pudieron ser mejores, y sobre todo que se podrían haber evitado muchas muertes con medidas transitorias y drásticas para reducir la movilidad que potenciaran la eficacia de esa campaña, pero los indicadores epidemiológicos vienen en franco descenso desde junio.

Estamos en una situación semejante a la registrada antes del terrible período marzo-mayo, cuando comenzaban a encenderse luces de alarma que ahora se van apagando, y si se mantienen las tendencias, el camino de salida va a ser recorrido con más rapidez que el de entrada.

Las cantidades de diagnósticos diarios se acercan con rapidez a lo manejable, y permiten pensar en la reanudación del rastreo sistemático de contactos previos ante cada caso nuevo detectado, para que los asintomáticos no sean invisibles, aunque esto va a ser más difícil que el año pasado porque la movilidad es mayor e irá en aumento.

Pero a todo lo antedicho hay que agregarle una acotación: todavía está dentro de lo posible que variantes del virus SARS-CoV-2 enlentezcan la mejoría o reviertan logros al contrarrestar, por lo menos parcialmente, el efecto positivo de las vacunas. Por eso es preciso mantener precauciones relacionadas con el ingreso (o regreso) de personas procedentes de otros países.

En este sentido, el Poder Ejecutivo aplica un criterio similar al que se le cuestionó en lo referido a la movilidad: para lograr cuanto antes el retorno a la “vieja normalidad” en muchos terrenos (y especialmente en la actividad económica), acepta riesgos sanitarios que podrían ser bastante menores. Hubo una considerable tolerancia a los viajes internacionales en el período de vacaciones de julio, y se anuncia una gradual apertura al turismo.

La variante llamada Delta, que ya llegó a Uruguay, es mucho más transmisible que la P1, principal causante de estragos en nuestro país. Se supone que la cantidad de personas ya vacunadas disminuye la proporción de casos graves y muertes a partir del contagio, y se espera que una eventual propagación de la Delta en Uruguay no implique nada parecido al peor período de este año, que subjetivamente ya parece lejano pero en realidad es muy reciente.

De todos modos, no hay evidencia concluyente sobre el efecto de esa variante en una sociedad vacunada sobre todo con Sinovac, y más de 40% de la población uruguaya es todavía muy vulnerable (como quienes volvieron contagiados con la variante Delta), porque no se ha vacunado o recibió una sola dosis.

Las personas a quienes se les detectó contagio con Delta están ahora en cuarentena, pero es imposible asegurar que no hayan transmitido esa variante desde que volvieron a nuestro país.

Tiene mucha importancia que la vacunación continúe con la mayor extensión y rapidez posibles, y que la población –incluida la que ya haya recibido dos dosis– no abandone precauciones básicas, con mayor razón en este período de reanudación de actividades. Sería muy deseable que tampoco el Poder Ejecutivo abandonara en forma prematura las precauciones, pero sobre esto no hay muchos motivos para el optimismo.

Hasta mañana.