Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Es sabido que Luis Lacalle Pou lleva la cuenta de cuántos días le quedan de mandato, pero desde hace meses debe estar atento también a cuánto falta para que termine este año, en el que ha recibido muy duros golpes. Ahora, antes de que acaben de develarse las oscuridades relacionadas con Alejandro Astesiano, vuelve a primer plano el escándalo anterior del otorgamiento de un pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset, que facilitó su liberación en Emiratos Árabes Unidos y su salida de ese país para seguir, hasta hoy, prófugo.

El 22 de agosto, cuando Francisco Bustillo fue interpelado por el caso Marset, afirmó que la decisión de concederle el pasaporte fue adoptada cuando en el Ministerio de Relaciones Exteriores “nadie sabía quién era”. La subsecretaria Carolina Ache estaba presente, y sostuvo que su par del Ministerio del Interior (MI), Guillermo Maciel, le había pedido en dos ocasiones “información puntual” sobre la situación de Marset, cuando este todavía estaba preso, pero que “en ningún momento” le había comunicado “ningún tipo de detalle” sobre el motivo de esas consultas.

El Frente Amplio (FA) presentó luego una solicitud de acceso a la información ante la cancillería sobre la expedición y entrega del pasaporte, incluyendo “copia de las comunicaciones mantenidas” entre Maciel y Ache acerca de Marset, pero Bustillo respondió que se trataba de información secreta. El FA apeló con éxito a la Justicia y logró conocer el material solicitado, del que surge que Maciel le advirtió oportunamente a Ache, el 3 de noviembre del año pasado, que Marset era “un narco muy peligroso y pesado”, y que su liberación en Dubái sería “terrible”.

Por lo tanto, si en la cancillería “nadie sabía quién era Marset” hasta el 3 de noviembre de 2021, desde ese día lo supo por lo menos la subsecretaria Ache, quien de todos modos no le informó a Maciel que ya estaba en marcha el procedimiento para otorgarle un pasaporte. Si Bustillo seguía en la ignorancia sobre el diálogo entre Maciel y Ache más de nueve meses después, la situación es gravísima. Si no seguía en la ignorancia y le mintió al Senado, es aún peor.

Uno de los recursos frecuentes del gobierno nacional ante situaciones difíciles consiste en enfatizar que no hizo algo que nadie dijo que hubiera hecho, en vez de dar respuesta a los verdaderos cuestionamientos. Es como si el entrenador de la selección mayor de fútbol, Diego Alonso, afirmara que no tomó decisiones con la intención de que la celeste fuera eliminada en la fase de grupos del Mundial de Qatar.

Ayer la cancillería informó que su investigación interna acerca del otorgamiento del pasaporte a Marset concluyó que no hubo “irregularidades administrativas”, y Ache tuiteó que no tuvo “ninguna participación en la solicitud, tramitación, emisión y entrega” de ese documento.

Pero el problema no fue el procedimiento administrativo sino que se lo haya dejado transcurrir como un simple trámite, sin hacer nada para frenarlo y reconsiderarlo, una vez que Ache fue alertada por Maciel. Lo tremendo es, justamente, lo que la subsecretaria alega en su defensa: que no haya tenido “ninguna participación”.

Hasta mañana.