Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Uruguay tiene por delante la discusión de una reforma del sistema de seguridad social, y las dificultades en la Caja de Profesionales Universitarios (CPU) no sólo son parte de la problemática general, sino que además ayudan a comprender parte de las cuestiones a resolver.

La CPU, como las otras dos cajas paraestatales (la Bancaria y la Notarial), representa el esfuerzo de un sector mejor remunerado que el promedio para lograr, mediante la gestión autónoma de sus propios aportes y prestaciones, que también sus condiciones de retiro fueran mejores.

Cada caja tiene su propia historia, pero hay algunos datos ineludibles para todas, que también inciden en el conjunto del sistema.

Un subsistema puede ser gestionado (aunque esto no siempre ha sucedido) en forma honesta y austera, con gran inteligencia para invertir el dinero que maneja, pero en el largo plazo es poco probable que el rendimiento de las inversiones se despegue mucho del promedio nacional. Esto fue soslayado cuando, en 1996, se prometieron beneficios extraordinarios de las AFAP.

Por otra parte, el aumento de la expectativa de vida y la baja natalidad determinan que la relación entre quienes pagan y quienes cobran vaya cambiando, y dificultan que las prestaciones se mantengan con base en lo que aportan las personas activas.

Algunos subsistemas pudieron postergar este grave problema. La Caja Bancaria, por ejemplo, extendió sus afiliaciones a nuevos sectores de trabajadores. Aunque estos tenían ingresos menores que los propiamente bancarios, su aporte ayudó a solventar las erogaciones, pero nunca pareció probable que, cuando los nuevos afiliados llegaran a la edad de retiro, pudieran recibir prestaciones como las que contribuyeron a financiar.

En la Caja Profesional también hubo una expansión de la base de aportantes, con la incorporación de egresados de nuevas carreras y en un marco general de aumento de la cantidad de personas que llegan a realizar estudios terciarios. Sin embargo, esto tiene sus límites. A menudo los ingresos de las nuevas generaciones de universitarios distan bastante de los de sus mayores, y además, como el mencionado aumento no puede ser incesante, llega un momento en el que deja de ser posible financiar buenos retiros con mayor cantidad de aportes bajos.

Un gran riesgo es que la situación se asemeje a la de las llamadas “estafas piramidales”, en las que los primeros en participar se benefician con el aporte de quienes ingresan después, hasta que los últimos (en la base de la pirámide) pagan pero nunca cobran. Por supuesto, este riesgo se agrava cuando los probables damnificados toman conciencia de su situación y se retiran, cortando el ciclo en forma prematura.

Sin un esquema general nuevo, este tipo de problemas sólo puede agravarse. O las condiciones de retiro empeoran o el aporte estatal crece, y en este último caso hay que decidir cómo se solventa.

Hasta mañana.