Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

“El responsable último soy yo siempre”, dijo ayer el presidente Luis Lacalle Pou en una conferencia de prensa convocada para referirse a la detención de Alejandro Astesiano, el jefe de su servicio de seguridad. Cuando Astesiano volvió a Uruguay junto con Lacalle Pou y sus hijos, a quienes acompañó en recientes vacaciones, la Policía lo esperaba por orden de Fiscalía, que lo investiga por un presunto delito de falsificación de documentos para que personas con nacionalidad rusa obtuvieran cédulas de identidad y pasaportes de nuestro país. Quizá “miles”, según la fiscal del caso, Gabriela Fossati.

No se informó o no se sabe quiénes utilizaban esa documentación ni para qué, pero el vicecónsul de Rusia en Uruguay colaboró con Fossati, y ayer se formalizó por la misma causa a dos personas con nacionalidad rusa y un escribano uruguayo, presuntamente cómplices del jefe de seguridad en una asociación para delinquir. Habrían utilizado en forma ilegal la base de datos de la Dirección Nacional de Identificación Civil, donde Astesiano trabajó cuando era policía.

No es la primera vez que se investiga a Astesiano, quien desde 2003 fue objeto de más de veinte indagatorias policiales por su presunta vinculación con diversos delitos. Esto se hizo público hace poco más de un año, y es la causa de que la detención no haya resultado tan sorprendente como dijo Lacalle Pou en su conferencia de prensa.

El presidente insistió en reivindicar su total “tranquilidad de conciencia”, con afirmaciones como “ustedes me conocen”. Parece convencido de que todo se refiere a él, y de que su imagen personal basta como evidencia para desechar dudas. Hace poco alegó algo parecido acerca del cambio de normas de presentación comercial para los cigarrillos: “¿Alguien se cree que a nosotros nos van a mover por presiones? No nos conocen, es una falta de respeto”.

También dijo que Astesiano se había desempeñado de modo intachable en su custodia, y que si él “hubiera tenido un indicio” de que era una persona poco digna de confianza, no lo habría puesto a cargo de su familia. Pero la cuestión es otra.

Si Astesiano andaba en algo ilegal, estaba sumamente protegido por su trabajo, y tendría que haber sido muy tonto para comprometerlo. Una persona con actividades delictivas puede ser muy competente en tareas de seguridad, y los dos grandes riesgos de que alguien así esté tan cerca del presidente tienen que ver con que esto facilite su impunidad y con la posibilidad, muy temible, de que tales actividades lo vuelvan chantajeable.

Cuando a Lacalle Pou le preguntaron por las indagatorias sobre Astesiano, respondió que este “no tiene antecedentes penales”, y lo único que se puede deducir es que, en conocimiento de su historial, consideró que no era un “indicio” suficiente y decidió mantenerlo en el cargo.

Los motivos pueden haber sido varios, empezando por una larga relación con alguien que ya trabajaba en la custodia de su padre hace 18 años, pero si bien, como dijo el presidente ayer, hay que mantener la presunción de inocencia hasta que se compruebe un delito, ya decía Pablo de Tarso que no todo lo permitido es conveniente.

Hasta mañana.