Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Hace apenas tres años, al comienzo de la emergencia sanitaria por la pandemia de covid-19, la comunidad científica uruguaya era un punto de referencia para el gobierno nacional y el conjunto de la sociedad, pero esta inusual situación duró poco. A comienzos de 2021, el presidente Luis Lacalle Pou decidió apartarse de lo que le había recomendado el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH); el resultado fue un período en el que Uruguay llegó a ser el país con más muertes con covid en proporción a su cantidad de habitantes, y a mediados de junio de aquel año el GACH resolvió concluir sus actividades vinculadas con el Poder Ejecutivo.

Antes y después de la desvinculación, varias decisiones del oficialismo mostraron que su jerarquización de la ciencia fue acotada, instrumental y transitoria, sin implicar nada parecido a un punto de inflexión hacia políticas potentes de promoción y apoyo presupuestal. Tras los aplausos volvieron la mezquindad y el ninguneo.

“Ha quedado ya meridianamente claro que la ciencia no puede ser más ajena al diario trabajo de los gobernantes”, dijo Lacalle Pou en el homenaje al GACH realizado el 8 de julio de 2021. Por un tiempo estuvo de moda proponer que políticas públicas muy diversas contaran con grupos científicos asesores, integrados en función de méritos académicos, pero pronto volvió a consolidarse el criterio de que el oficialismo trabajara con “sus” técnicos.

La coalición de gobierno se aseguró de contar con mayoría en la Comisión de Expertos en Seguridad Social que asesoró al Ejecutivo sobre la reforma jubilatoria. Durante la crisis de abastecimiento de agua potable, se llegó al colmo de que Presidencia le expropiara a OSE la tarea de informar sobre lo que ocurría. La Transformación Curricular que lleva adelante la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) fue definida con prescindencia o rechazo de todas las opiniones de especialistas que no se alinearan con la mayoría oficialista de su Consejo Directivo Central (Codicen).

Entre ellas, la opinión de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay (ANCIU), que le transmitió por escrito a la ANEP su “inquietud” y “preocupación” por los cambios en curso, su ausencia de fundamentación y la insuficiencia de consultas para decidirlos, señalando que los cambios pueden implicar “retrocesos en relación con la situación presente”.

La ANC cuestionó “la oposición entre las competencias y los conocimientos que planea sobre todos los documentos” de la reforma, y advirtió que “el predominio de los aspectos novedosos, actuales o promovidos por su impacto mediático no puede ir en desmedro de los aprendizajes básicos”.

Destacó asimismo que quienes estudian no deben prepararse sólo para la vida laboral, sino también para “la profesional, la investigación académica [y] la producción artística, entre muchos otros aspectos”, a fin de “desempeñarse en la vida de la sociedad como ciudadanos plenos”, capaces de un “pensamiento crítico, que promueva desempeños con voluntad trasformadora y creativa”, y no sólo “de mera adaptación al momento”. Habría sido provechoso que la mayoría del Codicen hubiera tenido en cuenta, por lo menos, estas sensatas recomendaciones.

Hasta mañana.