Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Uruguay sufre una grave escasez de agua y la probabilidad de que esta situación crítica se revierta en el corto plazo debido a lluvias abundantes es escasa, según los pronósticos. Esta es la realidad que se discutió ayer en el Senado, mediante una interpelación del Frente Amplio (FA) a la ministra de Salud Pública, Karina Rando, y a su par de Ambiente, Robert Bouvier, cuya secretaría de Estado es la referencia en estos casos para las autoridades de OSE, que también asistieron a dar explicaciones.

Corresponde lamentar que, en la prolongada sesión, la línea de acción de las autoridades convocadas y de la bancada oficialista haya priorizado la exposición de un relato que intentó negar toda responsabilidad propia y repartir las culpas entre causas ajenas a su control (ayer la sequía, como en otras ocasiones la pandemia de covid-19, la guerra en Ucrania o los descalabros económicos en Argentina) y, según es su costumbre, lo que hicieron o dejaron de hacer los gobiernos del FA.

Las preguntas del interpelante, Enrique Rubio, abarcaron cuestiones pasadas, presentes y futuras. En el primer grupo, las causas y el proceso que condujeron a la crisis actual, y qué se pudo hacer pero no se hizo para prevenirla; el efecto sobre OSE de la reducción de gastos, inversiones y cantidad de funcionarios dispuesta por el Poder Ejecutivo; y cómo se gestionó en los últimos meses la cercanía de esta crisis, incluyendo lo referido a la comunicación pública y la adopción a tiempo de las medidas paliativas posibles.

Sobre el presente, los riesgos que causa la situación actual y si se está haciendo todo lo posible para reducirlos. Con miras al futuro, los planes para el caso de que las lluvias no lleguen en tiempo y cantidad suficientes; y los que deberían comenzar a aplicarse cuanto antes para evitar que las crisis se reiteren con magnitudes aún mayores.

En gran parte de las respuestas se aplicaron dos procedimientos predilectos del oficialismo. Uno fue el de atribuir a las críticas un alcance mucho mayor que el que tienen, y a continuación afirmar que son exageradas o no tienen asidero, sin afrontar los temas que realmente están en debate. El otro fue alegar que han evitado consecuencias aún más graves que las actuales.

Así, por ejemplo, el presidente del directorio de OSE, Raúl Montero, se extendió sobre los controles que se le siguen aplicando al agua suministrada para prevenir numerosos peligros cuya existencia actual nadie ha planteado.

Rando, a su vez, habló de la salinidad del agua, pero lo hizo para negar que pueda perjudicar a la gente sana y no vulnerable, como si ignorara que lo relevante hoy, como sucede con cualquier otro problema sanitario, no es que una parte de la población esté a salvo, sino evitarles daños a quienes no lo están y suman una cantidad muy considerable de gente.

La sesión terminó con las mociones previsibles y sin que hubiera quedado claro qué pasará si, pese a las afirmaciones realizadas anteayer por el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, no es posible mantener el suministro y la calidad actuales del agua, que ya están bastante por debajo de lo deseable y lo necesario.

Hasta mañana.