“Claves para la sostenibilidad ambiental del crecimiento agroexportador” fue la consigna de la segunda actividad del ciclo de conferencias sobre políticas públicas para la diversificación productiva en el agro, organizada durante la última semana de junio, por el Instituto Juan Pablo Terra, integrado por militantes del Partido Demócrata Cristiano e independientes. El ciclo busca intercambiar sobre el desarrollo y la sostenibilidad del sector agropecuario y agroindustrial.

La primera oradora, Alicia Torres, extitular de la Dirección Nacional de Medioambiente (Dinama), destacó la producción y el consumo como “las dos caras de la moneda que tienen que traccionar la transformación”. Según explicó, apuntar al cambio en la forma de consumir es relevante porque es lo que determina el tipo de productos que se ofrecen en el mercado. “La necesidad de producir para satisfacer necesidades está consumiendo los recursos del planeta e hipotecando su futuro”, expresó.

Las personas están “sobreconsumiendo la capacidad de regeneración del planeta” y “eso genera mucha presión sobre los ecosistemas”. En ese marco, hay que reconocer “la importancia de desacoplar el bienestar”, a través de regulaciones y nuevas políticas públicas, dijo Torres. Además, hay que cambiar las expectativas de consumo y las prácticas, y lograr una redistribución de la riqueza y el trabajo, planteó. Sobre el papel gubernamental, la oradora dijo que sería conveniente que el Ministerio de Ambiente se aliara con otros, como el de Vivienda y Ordenamiento Territorial.

De acuerdo a la exdirectora de la Dinama, se debe “producir con un adecuado equilibrio” que contemple “la conservación de la biodiversidad y la restauración de los ecosistemas”, atendiendo a las emisiones de gases de efecto invernadero y pensando en una estrategia para neutralizar el carbono.

Asimismo, Torres apuntó a mapear “las zonas que son más vulnerables” para realizar “acciones diferenciales según los diferentes ambientes y ecosistemas”. La localización de los sistemas productivos tendría que vincularse a los tipos de recursos: “humanos, naturales, de mercado o de oportunidad de transporte”, porque “todo eso también incide en la ecuación general de uso de combustible”, manifestó Torres.

La panelista también observó que hay que abordar la problemática del agua con “estrategias de reuso” de la economía circular y aplicar a todo una mirada que opte por “reducir la extracción de materiales de la naturaleza para darles más uso en el tiempo”.

Por su parte, Gervasio Piñeyro, docente en la Universidad de la República y la Universidad de Buenos Aires, se centró en “el uso de los servicios ecosistémicos como base para el rediseño y ordenamiento del territorio, para que sea sustentable”. Al producir y generar nuevos diseños de producción, hay que considerar que los ecosistemas tienen “un montón de reglas, principios y formas de funcionamiento, y que esas reglas van a estar impactando todo el tiempo”, enunció. Para ser más estrategas y conscientes, existe un vasto conocimiento científico “que tiene que estar mucho más arriba de la mesa de lo que está”, indicó.

Por otro lado, Piñeyro habló de “la idea de que hay compromisos entre producción y ambiente”, cuando lo que prima son las “sinergias”. En general, “los compromisos aparecen cuando hacemos mal las cosas o cuando no consideramos mucho las reglas ecológicas”, resaltó.

En la actualidad “hay un cambio de paradigma de la agricultura” que responde a una saturación en la cantidad de insumos, producto de una visión a corto plazo. Mientras el único objetivo es “producir cada vez más”, lo justo debería ser empezar a priorizar y a trabajar a través de estrategias de coinnovación e investigación participativa, además de “fomentar y desarrollar más los consorcios, donde se toman las decisiones”, concluyó.

Rompe los ojos

Por su parte, Santiago Arana, asesor privado, mencionó la “escasa formación en ecología” que hay en Uruguay y destacó su importancia para el trabajo en la actualidad. A la vez, se refirió a la importancia de la nutrición en los sistemas agrícolas, que “en general, en Uruguay se maneja muy mal”. En nuestro país se instaló el modelo de siembra directa, y aunque fue “un avance fundamental para tener sostenibilidad en los sistemas de producción”, llevó a que se apliquen “al voleo” los nutrientes, explicó.

A modo de ejemplo, Arana habló del uso del fósforo y dijo que cuando se utiliza sin estrategias, se concentra en los primeros centímetros del suelo. Cuando eso sucede, el agua que escurre la tierra “sale con muchísimo más fósforo” y aumenta “el riesgo de que eso termine en los cursos de agua”. La situación “rompe los ojos” -los ríos Uruguay, Santa Lucía y San José tienen floraciones de cianobacterias- y es necesario tomar medidas “porque nos vamos a quedar sin agua de buena calidad”, subrayó.

En ese sentido, el asesor privado consideró que más allá del acceso a la información, lo que se necesita es que el gobierno actúe. Dado que para los productores “tirar al voleo los fertilizantes es lo más fácil y lo más barato”, “si no lo hace el Estado, es muy difícil que la situación tenga un cambio”.

Al pensar en las estrategias y las formas de fertilización, se observa que estas buscan “un óptimo productivo” pero no necesariamente se contempla “qué impactos puede tener sobre el ambiente”, señaló Arana. Es fundamental “incorporar la viabilidad del ambiente a la toma de decisiones” y utilizar la tecnología, que “es un aliado clave y fundamental”. “No concibo a un agrónomo que esté trabajando en el campo sin conocimientos sólidos de informática, y además, cada vez menos concibo al agrónomo trabajando solo”, agregó.