Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Parece obvio que Robert Silva, presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), competirá el año que viene por la postulación a la presidencia del Partido Colorado, y esto tendrá fatalmente consecuencias indeseables.

La primera discusión, que ya comenzó, se refiere a la legalidad de que Silva continúe en su cargo mientras otros dirigentes de su sector, Ciudadanos, promueven públicamente su candidatura. No es una cuestión menor, ya que la Constitución le prohíbe incluso “autorizar el uso de su nombre” para actividades políticas, pero hay otros problemas aún más graves.

Las acciones institucionales de la ANEP sobre el avance de la reforma educativa que impulsa la mayoría de sus directivos ya estaban bajo sospecha de que se realizaban para contribuir a la promoción política de Silva, y esto se potenciará muchísimo. Cualquier comunicación futura en la materia será, de hecho, parte de la campaña electoral, y lo mismo sucederá con cualquier crítica del proceso.

El resultado, lamentablemente, sólo podrá ser una gran distorsión del debate público acerca de los cambios educativos, comparable con la que existe en Argentina sobre las medidas económicas del ministro Sergio Massa, candidato oficialista a la presidencia para las elecciones del mes que viene.

Tal distorsión no surgirá solamente en el escenario de las relaciones entre el oficialismo y la oposición. Silva competirá, para empezar, con otros aspirantes colorados a la postulación, y en las campañas para las elecciones internas comienza, de hecho, una contienda entre todas las precandidaturas. Cada persona puede votar una sola vez, y lograr que apoye a Silva implica convencerla de que no vote a nadie más en ninguno de los otros partidos. A la vez, ningún postulante a una candidatura presidencial, con la excepción de Silva, tendrá motivos para defender el desempeño de este al frente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP.

La “transformación educativa” que puso en marcha la mayoría del Codicen comenzó tarde, pese a que los actuales oficialistas hablaban en la campaña de 2019 como si tuvieran clarísimo y definido de antemano en qué debía consistir. Pero aunque se hubiera iniciado en el primer año de gobierno de Luis Lacalle Pou, sería muy pronto para evaluarla seriamente.

Desde ahora hasta las próximas elecciones habrá muy poca evidencia, aunque seguramente se usarán datos parciales y prematuros para sostener que hay resultados excelentes. A esto se agregará que Silva se habrá bajado en la primera parada y que, como se señaló antes, todo lo que él o la ANEP digan para defender la reforma será, para una gran parte de la población, mera propaganda electoral. Nada de esto ayudará a que la sociedad avance hacia acuerdos sobre lo que hay que hacer con el sistema educativo.

Por último, linda con lo grotesco que la situación descrita se plantee luego de varios años en los que el Codicen presidido por Silva se dedicó a denunciar y perseguir presuntas “violaciones de la laicidad” de docentes y estudiantes, por actividades muchísimo menos vinculadas con la política partidaria que las de un aspirante a la presidencia de la República.

Hasta mañana.