Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Carolina Ache, exsubsecretaria de Relaciones Exteriores, confirmó que competirá en las internas de junio por la candidatura presidencial del Partido Colorado (PC). La noticia puede ser considerada menor, porque se trata de la séptima postulación en una fuerza política preferida en las encuestas por cerca de 10% de las personas consultadas, pero Ache dijo al semanario Búsqueda dos cosas que merecen atención.

Por un lado, afirmó que el PC no supo cuidar y mostrar su identidad dentro de la actual coalición de gobierno, y que ella quiere que ese partido tenga en las elecciones nacionales de octubre un “candidato colorado y no uno rosado”. Por otro lado, adelantó que propondrá a los otros precandidatos acordar por lo menos “algunas políticas para proponer a la ciudadanía”, porque no tiene sentido “presentar siete programas de gobierno”.

Estas posiciones tienen, sin duda, significado e intencionalidad en la interna colorada, pero señalan a la vez problemas en el contexto más amplio de todo el oficialismo.

Desde el hundimiento electoral del PC en 2004, en el país se ha desarrollado una contienda entre el Frente Amplio y el Partido Nacional (PN). El primero fue decreciendo en las primeras vueltas hasta las últimas elecciones (de 51,7% a 39%), pero se mantuvo como el lema más votado por amplia diferencia incluso en 2019, cuando terminó perdiendo en el balotaje. Los nacionalistas han oscilado entre un máximo de 35,1% (en 2004, presumiblemente porque en esa ocasión los votaron muchas personas desilusionadas del PC pero antifrenteamplistas) y un mínimo de 28,6%, paradójicamente, en las últimas elecciones, cuando terminaron ganando la presidencia en segunda vuelta.

En el mismo período, la votación en primeras vueltas de los colorados fue siempre muy inferior a la del PN, con menos de la mitad salvo en el ya lejano 2009, cuando quedaron de todos modos a 13 puntos porcentuales de su tradicional rival. En lo que va de este siglo, el mejor aporte electoral del PC al bloque opuesto al FA fue ayudar a que el PN le ganara en 2019, con una contribución necesaria pero no suficiente por sí misma, y nada indica en las encuestas que este año se vaya a producir un repunte significativo.

Esto implica, por supuesto, grandes dificultades para incidir en el escenario político nacional, pero el primer problema al que aludió Ache es aún mayor: en este período de gobierno nacional, primero desde 2004 en que los colorados fueron oficialistas, no sólo incidieron poco, sino que además no parecieron esforzarse mucho por incidir, asumiendo a menudo una actitud muy semejante a la docilidad.

La situación se debe en buena parte, sin duda, a la ausencia de un liderazgo partidario, que explica también la proliferación de precandidaturas sin propuestas comunes. De todos modos, en los hechos el principal problema no es de los colorados, sino del conjunto del oficialismo, que no ha logrado ser más que una suma de apoyos a quien gane la interna del PN.

Esto significa, entre otras cosas, que la prédica sobre la necesidad de “alternancia”, tan reiterada en la última campaña electoral, se vuelve ahora contra sus autores, porque en los hechos son sólo dos los lemas en pugna.

Hasta el lunes.