Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En Uruguay hay muchos asuntos que requieren legislación, y a este Parlamento le quedan más de diez meses de mandato, pero sabemos que, como sucede siempre en los años electorales, su actividad ya comenzó a disminuir, por la participación de gran parte de quienes lo integran en la campaña. Esto tiene mucho de chocante, aunque nos hayamos acostumbrado a que es inevitable, pero incluso en este contexto hay hechos que desconciertan.

Uno de esos hechos es que la Cámara de Representantes haya dedicado dos días a discutir una declaración sobre la invasión de la embajada mexicana en Quito para capturar al exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, que estaba asilado allí. Y la lógica de esta incongruencia no fue, obviamente, un apasionado interés en las cuestiones de América Latina, que haya primado sobre el afán por conseguir votos. Lo que pasó, a todas luces, es que hubo quienes se lanzaron al debate en modo electoral.

El Senado había resuelto el tema anteayer por unanimidad. Esto no fue un gran mérito, porque la inviolabilidad de las sedes diplomáticas es un principio básico de las relaciones internacionales y, como señala la declaración aprobada, “no existe justificación alguna” para el gravísimo hecho de que un Estado “utilice su fuerza para irrumpir en una embajada de un país acreditado”.

El mismo martes, el problema en Diputados fue que en la bancada oficialista prevaleció la voluntad de plantear una propuesta de declaración que cuestionaba el asilo recibido por Glas. O sea, condenar la invasión de la embajada pero acotar que algo de razón tuvo el gobierno ecuatoriano al alegar que el de México no debería haber amparado al exvicepresidente, e incluso afirmar que el actual gobierno mexicano se ha entrometido reiteradamente en los asuntos internos de Ecuador.

Reconozcamos que un pronunciamiento de la cámara baja uruguaya no va a tener grandes repercusiones en el mundo, o aunque sea en la región, pero de todos modos la moción oficialista era un despropósito, porque ante lo que ocurrió en Quito es indispensable cerrar filas para defender el derecho internacional, sin la menor ambigüedad. La bancada frenteamplista se puso firme, el ala dura de la oficialista no se avino a un acuerdo y el asunto volvió a comisión.

El trámite volvió ayer al terreno de lo razonable y se aprobó por unanimidad, como en el Senado, una declaración de condena a la “inaceptable irrupción” ecuatoriana en la embajada de México. En las fundamentaciones de voto, el diputado nacionalista Juan Martín Rodríguez insistió en el cuestionamiento al asilo, y corresponde señalar que marcó distancia con esa posición el colorado Ope Pasquet, exsubsecretario de Relaciones Exteriores.

Pasquet dijo en nombre de su partido que el texto aprobado enfocaba “correctamente la situación” y evitaba “el error” que se había “reiterado en algunos comentarios, poniendo en el mismo plano la irrupción de la fuerza pública ecuatoriana en la embajada de México y un asilo que habría sido concedido a quien no debía beneficiarse con esa concesión”.

Así lo entendió incluso el gobierno que preside Javier Milei en Argentina, y es realmente una lástima que aquí Rodríguez no lo haya entendido.

Hasta mañana.