“Yo estuve. No recuerdo el título, era una comparsa que desapareció. Verano del 78”, dice Porciúncula, y uno se imagina al sol aún en caída hacia la derecha del Ramón Collazo. Eran la primera actuación de un nuevo concurso oficial del carnaval montevideano y la primera transmisión del equipo de Carnaval 42, que en ese momento marcó un quiebre en el vínculo entre la radiodifusión y la fiesta popular y, luego, batiría un récord. Emisora Ciudad de Montevideo cerró en 2021 y sus transmisiones desde el Teatro de Verano se extendieron hasta 2020 inclusive. Dicho en términos olímpicos, la marca radial es de 43 carnavales consecutivos.

Porciúncula siempre integró el equipo. “Comencé a ser relator de lo que pasaba encima del escenario en los momentos en los que se podía intervenir”, recuerda con respecto a su primer rol. Un par de años después ya comentaba. Con el tiempo pasaría a ser el líder periodístico de una barra que fue creciendo: “El último año éramos 16 personas”.

El Concurso Oficial que recién terminó fue el primero en más de cuatro décadas que no se pudo escuchar en el 1370 de AM. Otras cuatro propuestas mantuvieron la llama radial prendida, pese al asedio de la televisión y la difusión viral en redes. Porciúncula asegura que la 42 marcó ese camino, porque hasta 1978 las transmisiones desde el Collazo no eran permanentes sino eventuales. Se decidió “que en lugar de ser un relleno, pasara a ser la actividad central. Surgieron varias cosas, el eslogan ‘carnaval desde el comienzo hasta el final’. Se hacían todas las etapas, desde el primer conjunto hasta el último. La primera que salió a competir con la 42 fue Radio [Libertad] Sport en el ochenta y pico. Pero casi todas eran radios que tenían otro tipo de actividades que eran prioritarias, las deportivas. Desde ese punto de vista con la 42 no se podía competir, porque si empezaba el Concurso a las siete de la tarde, íbamos seis y media. Solamente algún apagón, alguna cadena nacional nos interrumpió, pero, como se grababa, después de cerrada la transmisión se emitía”, remata.

La bajada

Como les pasa a los conjuntos apurados por el reloj, el cierre de la radio le negó unas últimas palabras al comentarista: “Pensaba retirarme anunciándolo desde los micrófonos de la 42”. No pudo ser. Hay mucho de un tiempo duro, con la covid-19 como parteaguas: “Se superponen dos hechos graves. Primero, una serie de robos que hubo en la planta transmisora; no solamente robaron elementos vitales, sino que deterioraron cosas que era muy difícil reparar, de un costo sideral. Paralelamente, la pandemia determinó que toda la programación prácticamente cayera. Los clientes fundamentales de la radio eran los programas deportivos, que desaparecieron. No había partidos. Además, había programas musicales. Sus clientes, como era música fundamentalmente tropical, eran bailes, los propios conjuntos... y todo eso desapareció. Seguimos manteniendo mucho tiempo vía internet el programa Rememorando”.

El ciclo mencionado también duró décadas, dándole soporte al carnaval a lo largo de todo el año. Pero un domingo de 2021, al llegar a los estudios, le comunicaron la decisión: “La radio no va a poder salir y seguramente va a devolver al Estado la onda”. El permisario de la frecuencia y director de Emisora Ciudad de Montevideo lo había decidido rato antes. Desde fines de los 70, ambas responsabilidades eran de Aramazd Yizmeyián, que hasta hace poco se trepaba al transmisor cada vez que hacía falta. Su hermano Jorge instaló consolas y micrófonos en cuanta cancha de fútbol y básquetbol existe y, por supuesto, en el Collazo. “A las cuatro y media de la tarde, en esos contenedores que tenemos ahora de cabina, con un calor insoportable, él aparecía”, recuerda Porciúncula. También hacía locuciones y transmitía la Quiniela. Tácticas de supervivencia de una empresa familiar acorralada por los problemas estructurales de un dial de AM diseñado para otro mundo.

Carnaval y política

Antes de tener su último nombre, CX42 fue Radio del Pueblo y Radio Vanguardia. Llegó a funcionar en los altos del teatro Stella. Apariencia delictiva en plenos 70. Cuando aún no comentaba carnaval, Porciúncula se vinculó como militante demócrata cristiano. Apunta que “la radio fue clausurada en dictadura, por motivos políticos. Supuestamente uno de sus propietarios habría estado vinculado con lo que llamaban los movimientos subversivos y se fue”. Tras más de un año de silencio, en 1976 comenzó la etapa que recién termina. El carnaval fue la gran apuesta y sus transmisiones debieron convivir con el control cívico-militar, como cada conjunto que decidió salir. El periodista destaca que “la radio nunca censuró ninguna actuación”. Captó risas y aplausos a menudo cómplices con sutiles formas de resistencia. “Las cosas se tachaban, los directores o letristas las cambiaban. Cuando las cantaban era casi lo mismo que habían borrado pero con palabras que, leídas, no daban a entender lo que ellos decían arriba del escenario. Hubo más de un director y más de un conjunto que tuvo problemas posteriores. Nosotros no tuvimos más que alguna advertencia, pero nunca dejamos de transmitir lo que se iba a decir”.

La 42 también fue pionera en la espera de los fallos, ritual que desde entonces hace a la esencia del carnaval montevideano. “Creamos una transmisión a partir del momento en que terminaba el último conjunto, una vigilia carnavalera, estar en el momento en que salía el secretario [del jurado] con los papeles”. Con los años, “se empezó a reunir gente. Desde el lugar donde se reunía el jurado siempre había alguna ventanita que se abría y alguna seña nos hacían”. En aquel país asfixiado, una reunión callejera nocturna podía costar cara: “Un día vino la Policía y nos corrió de ahí. Nos fuimos a la rambla, hicimos la misma transmisión. Después nos enteramos de que nos anduvieron buscando”.

Aunque ya no tenga la bota encima, el carnaval capitalino sigue recibiendo señalamientos. La actual polarización profundizó las críticas de un oficialismo que lo asocia al Frente Amplio. Ajeno a la intensidad con la que eso se discute en redes sociales, Porciúncula da a entender que no hay novedad ni en el debate ni en los repertorios, porque “en toda la historia hubo un cierto grupo que se sintió atacado por el carnaval, por la gente del pueblo. Eso no dejó de suceder, por ejemplo, durante todo el período de los gobiernos batllistas. Los más progresistas eran representados en general por las murgas”. Admite que “efectivamente, no hay una atracción por las actuales autoridades del gobierno dentro de ninguno de los conjuntos de carnaval que tocan el tema”. Le menciono que hay artistas y responsables de conjuntos afines al oficialismo nacional. Asiente y completa: “Les puede gustar o no el texto, pero si funciona en público, arriba...”.

Cinco mil comentarios después

El Ramón Collazo es como una casa para el periodista retirado. Incluso, la Intendencia de Montevideo lo designó director del teatro ni bien creó el cargo, durante la gestión de Ricardo Ehrlich. Fue en la época de la construcción del nuevo techo, aunque su vida periodística lo conecta inevitablemente con la anterior estructura de chapa y madera: en las primeras décadas “estábamos en una punta, que pasó a ser el rincón de la 42 y de los directores, componentes”. Incontables videos de Youtube registran el cartel de la radio pegado a las escenografías, sobre una cabina con algo de cueva.

Una cuenta fácil arroja el saldo de miles de espectáculos vistos y comentados en 43 años, bien de al lado. Porciúncula tira la red sobre los recuerdos y saca tres conjuntos de parodistas: Los Gaby’s, Los Klappers y Adams. Si bien cuestiona cierta disparidad en la calidad de los espectáculos según sean en el concurso o en los barrios, también se reencuentra con el presente y reconoce que “al incorporarse y tecnificarse los rubros se fue obligando a que los conjuntos fueran incorporando gente, ya no el amigo del boliche de la esquina que viene a cantar. Gente con estudios, desde el punto de vista del canto, del teatro, que le fue dando otra impronta y mayor brillo. Hoy tenemos espectáculos fantásticos”.

Una parte de lo emitido vive en los archivos digitales de los años más recientes de Carnaval 42, pero lo más viejo ya no está. En el depósito “hubo una enorme humedad y las cintas se echaron a perder todas, se pegaron. Se perdieron años”, lamenta. “Cada tanto recuperamos algo porque aparece alguien que tiene grabaciones”, completa, prendiéndoles una vela a los casetes caseros del tiempo del play and rec. Algo así como la última esperanza contra la extinción de feriantes y canillitas cupleteros, atada a una comunidad de oyentes equiparable a una familia. El amor por todo lo que se fue convive con cierta serenidad y con el disfrute por el tiempo recuperado. Porciúncula cuenta que pudo ir de vacaciones al este “por primera vez en 43 años”. Cuando habló con la diaria, al verano todavía le quedaba algo de agenda: “De pronto voy el último día de este concurso, capaz que me doy una vuelta por el teatro”.