“Esa noche supe que iba a pasar algo especial. Todo se detuvo, menos el amor”. Así comienza una mágica escena de carnaval con el escenario del Teatro de Verano en penumbras y una sola luz sobre los rostros y las manos de Roberto Romero y Edelweiss Loyate, enlazadas como las almas de sus personajes, cuando comparten un banco de un patio del conventillo Medio Mundo en un instante de ficción de la comparsa Cuareim 1080.
Al año siguiente, en el mismo lugar, el actor es un abuelo que provoca la risa y la emoción de los presentes mientras ve pasar la vida junto a sus nietos; en este caso, en la invención de Jimena Márquez para la comparsa Valores. Al final del concurso Roberto recibe el premio del jurado a “Mejor actor del carnaval (2020)”.
Una tarde soleada de este febrero Roberto está sentado sobre el pasto de las canteras y pasa desapercibido, como uno más de sus compañeros en Valores, de short, buzo de manga corta y zapatillas, hasta que los funcionarios del teatro habiliten la entrada de la comparsa.
Nacido en Montevideo el 17 de enero de 1958, Roberto supo “desde muy niño” que quería actuar y salir en carnaval: “Cuando ahora voy con un conjunto a un tablado y veo a los gurises apoyados en el borde del escenario mirando, me reconozco en ellos; yo fui uno de ellos”, me cuenta, un rato antes de su próxima función.
“Me crie allá por Millán y Castro. En no muchas cuadras a la redonda tenías los tablados de los clubes: Albatros, Atahualpa Oxford, Carlitos Prado, Celta, El Expreso y Stockolmo. No salías del barrio y tenías cinco o seis tablados. Otra época”.
“Yo empecé a estudiar actuación en 1977 en la Casa de la Cultura del Prado con Elena Zuasti como directora, y enseguida me incorporé al workshop de teatro de la Alianza Uruguay-Estados Unidos”, relata el actor que además es docente de teatro en la Casa de la Cultura Afrouruguaya.
Con más de 40 años de trayectoria, participó en obras teatrales como Cándido, de Voltaire; Tu cuna fue un conventillo, del dramaturgo argentino Alberto Vacarezza; Madame Lynch, del uruguayo Milton Schinca; Hamlet, Tartufo y Delirio a dúo.
Su carnaval y sus parodistas
“Cuando veía a aquellos murguistas desde ahí abajo parecían titanes con unas gargantas prodigiosas, porque no había los sistemas de amplificación que tenemos ahora. Con el carnaval me pasó lo mismo que la primera vez que fui a ver una obra de teatro. Pensaba: 'Mi lugar es ese'”.
“Yo a veces difiero con muchos de mis compañeros. Una vez me preguntaron: “¿Con qué figura te hubiera gustado salir?”. Y nombré a Mario Fossatti, que para mí fue un grande con mayúsculas. ¿Tal vez a la sombra de Pendota [Miguel Meneses]? Puede ser. Cuando fui a Momosapiens, con el tiempo me di cuenta de que no me costó mucho integrarme al conjunto porque el humor de Horacio [Rubino] se parecía mucho -con ese manejo de la ironía y los tiempos- al de un maestro como lo fue Mario. Él podía rascar y mechar, pero nunca salía del personaje. Es una de las cosas que siempre digo cuando dirijo: “Mechen lo que quieran, no tengo problemas, pero no hagas el quiebre de que sos vos y no el personaje el que te agrega algo. Mario era un adelantado. Yo lo tengo ahí arriba”.
Su primer conjunto fueron Los Sandros en 1988, y pasó por todas las categorías. Son memorables sus actuaciones con la revista La Compañía y su preso en la parodia de la obra Procesado 1040 de Los Muchachos en 2010. También fue parte de los humoristas Los Dundees, pero su corazón -según le contó a la periodista Tania Tabárez en el programa de TV Ciudad Todo Carnaval- es de Momosapiens, grupo con el que le gustaría retirarse.
Con un gran plantel, y con los guiones de Horacio Rubino, Romero brilló en Momosapiens en parodias como Edipo Rey (1994) y Leonardo da Vinci (1997). En 1998 fue Juan Zorrilla de San Martín salido de un billete de 20 y luego, el clérigo que unió en matrimonio a Arturo y Ginebra en la parodia El rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda, junto a Ariel Pinocho Sosa y Fernando Picho Straneo.
Su presencia escénica llama la atención de inmediato; sus personajes son sabios y trágicos, detienen el tiempo y saben cómo concentrarse en la palabra con fluidez y naturalidad para que no importe si su traje son los andrajos de un mendigo moribundo o las capas de seda de un monarca.
Fuera de escena, el hombre, sencillo y siempre amable, duda y se pregunta con frecuencia, por asuntos de la vida y la actuación. Otra noche de este febrero, antes de que los Momosapiens vayan al teatro, pasa a saludar a sus amigas y amigos por el local de ensayos del conjunto de Horacio, en la calle Ándes, con las manos en los bolsillos y un saquito de abrigo, disfrazado de hombre común y corriente.
El próximo sábado 5 de marzo a las 22.15 Roberto Romero volverá al Teatro de Verano con su comparsa, Valores, en la quinta etapa de la liguilla final del concurso de carnaval. Conocé toda la programación de los escenarios en la cartelera de Carnaval.