El último 8 de diciembre, en Juan Lacaze, se realizó el primer festival de música José Carbajal El Sabalero, organizado por la comisión local de turismo. En esa jornada el cantautor hubiera cumplido 78 años.

A un mes de aquella celebración, la docente holandesa Anke van Haastrecht, viuda de Carbajal y madre de dos de sus hijos, visitó la ciudad y estuvo presente en el lugar donde se esparcieron las cenizas del reconocido cantautor, en la playa Verde. “Este lugar siempre fue muy especial para él”, dijo, en diálogo con la diaria, Van Haastrecht.

En el marco de esa visita, la mujer que compartió la vida con El Sabalero desde mediados de la década de 1970 hasta su fallecimiento fue recibida por miembros de la comisión organizadora de ese festival y por el alcalde local, Arturo Bentancor, quienes le entregaron una plaqueta y una bandera de la ciudad con la firma de todos los músicos que pasaron por esa movida artística que se realizó hace pocas semanas. “Es muy lindo recibir estos reconocimientos. José siempre me hablaba de Juan Lacaze”, destacó la docente.

Una vida juntos

Carbajal y Van Haastrecht se conocieron en Holanda en 1976 y vivieron juntos desde enero de 1979 hasta el fallecimiento del músico, en 2010. “Fueron muchos años de convivencia, viajes, encuentros en Uruguay, México, Europa”, dijo la mujer, con un claro manejo del idioma español. “Mi vida se divide entre Holanda y Uruguay”, agregó.

Van Haastrecht tiene nietos radicados en Uruguay, y debido a la pandemia estuvo dos años sin poder salir de Europa, hasta que pudo volver al país en mayo del año pasado. “Normalmente estoy en mi casa de Villa Argentina, pero siempre me doy una vuelta por Juan Lacaze”, detalló.

Anke van Haastrecht, recibida en Juan Lacaze por la comisión de Turismo y el alcalde Arturo Bentancor.

Anke van Haastrecht, recibida en Juan Lacaze por la comisión de Turismo y el alcalde Arturo Bentancor.

Foto: Ignacio Dotti

Al pie de la playa Verde, “la que tiene sauce y pastos y sarandices y álamos”, como dice “La Orillita”, se encuentra un monolito en homenaje al hombre que contó la vida de los sabaleros por diferentes partes del mundo. “En noviembre de 1984 vine por primera vez a Juan Lacaze”, recordó Van Haastrecht. En efecto, en aquella oportunidad la familia que se armó en Holanda llegó directo a “la casa encantada”, donde transcurrió la infancia de Carbajal. “Son momentos que nunca podré olvidarme”, valoró.

Los ojos celestes y brillosos de Anke van Haastrecht parecen hablar. Y manifiestan que aquella química que la unió con el poeta local “que le escribió al amor de manera brillante” parece seguir existiendo. “Traje tu boca en mi boca y el perfume en el pañuelo”, fueron algunos de los versos que Carbajal le dedicó a su compañera.

“Él escribió varias canciones para mí, que hasta el día de hoy me siguen emocionando, pero también escribió a La Pequeña cuando era muy jovencito”, recordó. Olga Méndez, La Pequeña, fue la primera esposa de Carbajal y madre de sus hijos mayores, Alejandro y Susana.

Mientras el calor en la mañana sabalera picaba mucho y fuerte, y la gente se iba arrimando con el mate a la sombra de los árboles, Van Haastrecht seguía recordando: “Me tocó traducir canciones de José al holandés, tarea que fue muy difícil por la utilización de metáforas, poemas y palabras de pueblo. Por suerte siempre lo tenía al lado mío y me iba contando todo lo que había escrito como si fuera una película”.

Las diferencias culturales “se notaron en algunos momentos de nuestra relación”, pero “la llevamos de buena manera”. “Me gusta Juan Lacaze, el pueblo, la gente, las tradiciones, por más que seamos tan diferentes entre holandeses y uruguayos”, enfatizó.

Hombre de corazón gigante

El 17 de diciembre, Van Haastrecht presenció el regreso de Jaime Roos a los escenarios. El músico le dedicó un tema a El Sabalero: “Aquello”. Ana recuerda esa canción mediante una anécdota: “Hace 41 años viajamos con mi hermano, un amigo y José desde Ámsterdam a París, donde estaba Jaime, simplemente para cantar “Aquello”. Jaime le dio la plata del combustible a José y nos volvimos la misma noche. Hicimos 500 kilómetros simplemente para cantar esa hermosa canción”. Y dijo que Roos “es muy amigo, siempre visitaba nuestra casa, al igual que tantos otros músicos y artistas”. “José le abría las puertas a todo el mundo, tenía un corazón enorme”, contó, emocionada, Van Haastrecht.

Un poco más lejos del sol y de la playa Verde, en procura de una sombra y un poco de aire que no pudimos conseguir, Van Haastrecht cerró: “Me gustaría vivir un tiempo en Juan Lacaze, me gusta mucho esta zona y me trae muchísimos recuerdos de José”.