El departamento de Colonia tiene más de 180 kilómetros de costa, desde la desembocadura del arroyo Cufré, en el límite con San José, hasta Punta Gorda, en la frontera con Soriano. A lo largo de esa franja hay playas de arenas finas, otras con toscas y barrancas, muchas de ellas rodeadas de montes y otras tantas insertas en espacios urbanos, con el formato ya sea de balnearios o de ciudades. Recorrer una parte de ese abanico de playas es algo que todo visitante al departamento de Colonia debería hacer.

Las playas del este coloniense

Empecemos a transitar por las playas ubicadas al este del territorio coloniense, que van desde el balneario Brisas del Plata hasta Boca del Rosario. En esa franja está inserta una serie de balnearios que algunos engloban bajo la denominación Costa del Inmigrante; otros discuten tal generalización y afirman que cada uno de esos lugares tiene su propia identidad.

Esa franja de 15 kilómetros de extensión tiene sus extremos en Blancarena, en la desembocadura del río Rosario, y en Brisas del Plata, allí donde desemboca el arroyo Cufré. Entre ellos se encuentran Britópolis, Fomento, Los Pinos y Santa Regina.

Esos balnearios comenzaron a desarrollarse a mediados del siglo pasado, al influjo de productores y empresarios vinculados al agro que tenían residencia en las vecinas Rosario, Colonia Valdense, Nueva Helvecia y Cufré. Y, al igual que ocurrió en esas otras localidades, los vecinos de estos balnearios propusieron homenajear las tradiciones que legaron sus antepasados. Por esa razón, en noviembre de 2021, en la rotonda de ingreso al balneario Fomento se descubrió el monumento al inmigrante, una obra desarrollada por el fraybentino Néstor Gutiérrez.

Recuerdos de los arenales

Jorge Jourdan nació en 1981. Cuando tenía diez años se mudó a Los Pinos junto a su padre, su madre y tres hermanos, y desde entonces ha observado los cambios que se han originado en el balneario en el cual se crio. “Mis recuerdos son de muchos médanos y pocas calles”, dijo Jourdan a la diaria.

El padre de Jorge nació en la Colonia Española y su madre, en Rincón del Rey; ambos pueblos quedan a pocos kilómetros de la playa. “Ahora es muy común ver mucha gente en la zona, por más que no todos son oriundos de estos lados”, señaló.

Balenario Fomento, Colonia.

Balenario Fomento, Colonia.

Foto: Ignacio Dotti

Bajando en la playa Fomento, a pocos metros de la calle principal, un vecino recomienda: “Hay que bajar temprano a la playa porque el sol está muy fuerte”, y agrega, orgulloso, que “Fomento es el mejor balneario de la Costa del Inmigrante”, por “la comodidad de sus bajadas y los bancos de arena con los que cuenta”.

El parque de los valdenses

Aquellos que no son conocedores de esta zona podrán pensar que se trata de un solo balneario, porque no existen fronteras marcadas entre ellos, sino que los límites los establecen las pequeñas rotondas y los carteles que coloca el Ministerio de Transporte y Obras Públicas para dar cuenta de la denominación de cada una de estas playas.

Quien deja Fomento a sus espaldas y se dirige al este luego de sobrepasar un bajo que tiene esa ruta encontrará a la derecha un gran monte de cañaverales, eucaliptos y pinos. “Bienvenido al Parque XVII de Febrero”, señala un cartel. Enseguida, delante suyo, el visitante se topará con una nueva rotonda que marca el comienzo de Los Pinos, ese balneario que, según contó Jourdan a la diaria, hace 30 años tenía mucha arena para jugar y pocas calles por donde andar.

Balenario Los Pinos, Colonia.

Balenario Los Pinos, Colonia.

Foto: Ignacio Dotti

El Parque XVII de Febrero es parte de la Iglesia Evangélica Valdense y fue creado en 1935, luego de que el doctor Luis Bonjour, miembro de la iglesia, donara parte de su estancia y fraccionara una hectárea –en principio– para que los jóvenes tuvieran un lugar para acampar.

Hugo Malán fue pastor de la Iglesia Evangélica Valdense durante muchos años, además de “líder” de campamentos a mediados de los años 80, tanto en Uruguay como en Argentina. En diálogo con la diaria, Malán señaló que “la Iglesia Evangélica Valdense ha tenido entre sus objetivos ayudar a formar valores” y que el área educativa “siempre fue una cuestión prioritaria”.

“Los campamentos siempre fueron una excusa para que los jóvenes tengan un lugar donde encontrarse y aprender a convivir y, fundamentalmente, a servir”, agregó.

“El objetivo fundamental del parque es generar posibilidades para que las personas puedan nutrirse en lo que es el concepto de la libertad y de los valores que contribuyan a formar comunidad, a trabajar todas aquellas necesidades que las comunidades tienen”, enfatizó. Hoy el Parque XVII de Febrero cuenta con tres zonas de alojamiento con 190 camas, salones centrales para fiestas, congresos y eventos y un amplio comedor cerrado con cocina central adjunta equipada, entre otras instalaciones.

Boca del Rosario, una playa con muchas historias

En la primera mitad del siglo XX Boca del Rosario fue un lugar de explotación de canteras de arena y piedra. La empresa Antonio Ferro e Hijos tuvo a su cargo esa tarea, en la cual trabajaron miles de personas de las más diversas procedencias.

Tal como relató Sebastián Rivero en una crónica publicada en la diaria, el emprendimiento concentró canteras, un molino para piedras, talleres, muelles, un ferrocarril de trocha angosta, una usina y viviendas para los obreros. En la década de 1930 contaba con alrededor de 20 locomotoras para transportar el material y una flota de 40 barcos. Allí funcionaron dos escuelas rurales y también se construyó un cine. De todo aquello hoy sólo quedan los edificios y los recuerdos de lo que allí aconteció.

Playa Boca del Rosario, Colonia

Playa Boca del Rosario, Colonia

Foto: Ignacio Dotti

La Boca, como se le dice en la zona, es un lugar hermoso, aunque poco visitado. Germán Blanco, quien nació en Nueva Palmira y desde hace varios años está radicado en la vecina Juan Lacaze, es pescador y uno de los pocos que concurren diariamente a ese lugar, al que llega cargando una bolsa de arpillera y un tanque azul. “Acá me llevo las tripas de los pescados, para no dejar mugre en la playa”, explicó.

El pescador conoce el lugar: usa un trasmallo para pescar y lo mueve por el río caminando, sin ayuda de ninguna barca. “Hace años que tiro la red en esta playa. Conozco todos los bancos de arena. Es una playa muy llana, no tiene nada de profundidad”, aseveró.