La fundación de Carmelo forma parte de uno de los períodos más significativos del proceso que antecedió a la conformación de la actual República Oriental del Uruguay: el ciclo artiguista. No en vano, actualmente los carmelitanos recuerdan, a cada paso, que ese poblado, al igual que ocurrió con otros tantos dispersos en la geografía de la antigua Banda Oriental, fue fundado a instancia del caudillo José Gervasio Artigas.

No obstante, previo a que el jefe militar oriental tomara la determinación de fundar ese poblado, en las proximidades del actual Carmelo se desarrollaron diferentes actividades humanas. Como pruebas tangibles de aquellas presencias hoy se conservan construcciones de alto valor patrimonial, como la antigua Calera de las Huérfanas, la Capilla de Narbona o los vestigios de las barracas que alojaban temporalmente a los desdichados esclavos africanos que posteriormente eran destinados a distintos sitios.

Entre 1811 y 1820, Artigas pregonó por la soberanía de los territorios americanos y por la integración de aquellos sectores que habían sido más castigados -criollos, indígenas, entre otros- por los representantes de los imperios español y portugués, que desde hacía más de 120 años se disputaban el control de este recodo del continente.

En 1815, Artigas era el guía de la Liga Federal, un proyecto político que apuntó a establecer un nuevo marco en la tenencia de las tierras, a partir de la expropiación de las concesiones que habían efectuado las autoridades imperiales, entre otras cosas.

Las ideas que proponía aquel caudillo no sólo atentaban contra los intereses de los adictos a las monarquías europeas y contra las autoridades de la vecina Buenos Aires, que ya habían dado marcha atrás al contenido revolucionario establecido por la Junta de Mayo de 1810.

De ese modo, el proceso fundacional del actual Carmelo debe ser analizado bajo el marco que rodeaba a las primeras décadas del siglo XIX.

Pueblo con historiadores

A lo largo de su historia, Carmelo ha contado con hombres y mujeres que se han dedicado a reconstruir acontecimientos desarrollados en ese espacio geográfico. La historiografía local cuenta entre sus autores a Natalio Abel Vadell, Homero Martínez Moreno, Esnilda Yanuzzi, Juan Francisco Bacigalupi, Omar Araújo, Hugo Dupré, entre otros. Y, en tiempos más recientes, surgieron Silvio Giribone, Eraldo Bouvier, Octavio Titico Díaz y Luis G Parodi.

Al profesor Eraldo Bouvier, que falleció en 2017, lo atrapó la historia de su terruño. También disfrutaba mucho de cada instancia que tenía para compartirla.

“Para que nadie se llame a engaño, yo me he dedicado a estudiar la historia de la ciudad, pero soy profesor de Matemáticas y de Astronomía”, advirtió Bouvier en una entrevista realizada por este cronista dos años antes de su fallecimiento. “Yo creo que todos deberíamos ser agentes de nuestro lugar en el mundo, y este es mi lugar”, indicó, antes de largarse a hablar sobre la historia de Carmelo.

Bouvier recordó que el nacimiento de Carmelo surgió a partir de un pedido de los habitantes de Las Víboras de trasladar ese centro poblado hacia otro punto. “El traslado del pueblito de Las Víboras fue el anhelo de un cura llamado Casimiro José de las Fuentes, allá terminando el siglo XVIII y empezando el XIX, pero la realidad nos dice que ese traslado nunca se llevó a cabo como tal. Aquí hubo algunas razones para que este lugar, llamado Rincón de Escobar, que quedaba en la rinconada del arroyo de Las Vacas y del Río de la Plata, luego se poblara y se llamara Carmelo”, dijo Bouvier.

Explicó que cuando Artigas, el 12 de febrero de 1816, estableció que, respondiendo a los deseos de los habitantes del pueblo de Las Víboras, creaba un nuevo poblado, “en realidad lo que está diciendo es que expropió las tierras a Melchor y a Francisco Albín, dos hermanos que se habían quedado con la estancia que antes había sido de Escobar y de Gutiérrez”.

Lejos de concretarse el traslado de Víboras al naciente pueblo, ambos convivieron durante un buen tiempo. Una muestra de ello fue que la declaratoria de la independencia de 1825 fue firmada “por un representante de Las Vacas, que todavía se llamaba Las Vacas este lugar -que era un nombre que venía desde 1700-, y otro representante por Las Víboras. Tomás Núñez firmó por Las Vacas -léase Carmelo- e Ignacio Barrios firmó por Las Víboras. Quiere decir que los pueblos estuvieron juntos”, explicó el historiador.

Luis G Parodi también ha consagrado una incontable cantidad de horas al estudio de los orígenes de su ciudad, lo cual le ha permitido desarrollar su propia mirada acerca de la importancia que tuvo Artigas en la fundación de Carmelo.

“Artigas tuvo incidencia en la creación del decreto porque llevaba una política poblacional desde 1816; desde Purificación fundó otros pueblos. Carmelo no es el único pueblo fundado por Artigas; fundó pueblos en Rivera, en Cerro Largo, y otros, que también desaparecieron. Carmelo fue el único que perduró entre los pueblos fundados por sus decretos”, aseguró Parodi en una entrevista realizada también por este cronista en 2015.

Entre los motivos que impulsaron a Artigas a fundar un poblado en este punto del territorio de la entonces Provincia Oriental, también estuvo el militar estratega. Bouvier comentó que “este rincón que tenía unas ciertas medidas de leguas que iban desde la cañada de Los Curupíes hasta el río [de la Plata], y desde el arroyo Las Vacas hasta la cuenca del Víboras”, contó con “una población bastante anárquica”.

“No fue que Artigas dijo eso en 1816 e inmediatamente se pobló. No, lejísimo de eso. Todo fue muy lento. Artigas redacta el acta original, determina que haya una plaza, enfrente un templo, las varas que debe medir… Por supuesto que en toda cosa intervino la mezquindad humana y hubo quien se aprovechó y tomó más de lo correspondido, hasta que años después se puso a todo el mundo en su sitio”.

Bouvier reclamaba “situarse cuando Artigas estaba escribiendo esa suerte de acta de fundación, porque él estaba diciendo: ‘Lo que ustedes me solicitaron lo tienen ahí’, y en ese preciso momento los portugueses estaban invadiendo nuevamente la Banda, en 1816”.

El sacerdote Dámaso Antonio Larrañaga fue otro de los grandes nombres de la historia nacional que tuvieron contacto con lo que acontecía en las inmediaciones del arroyo Las Vacas.

“En octubre de 1815 pasa por Víboras el padre Dámaso Antonio Larrañaga y ve esos 16 ranchos, esos 16 miserables ranchos, pero cambia un poco de opinión cuando ve que la iglesia tenía un buen altar mayor… Larrañaga pasó por aquí e iba para Purificación para ver a Artigas, y quizás también haya sido influenciado por él para fundar un pueblo en este lugar”, comentó Bouvier.

A partir de 1820, con Artigas ya vencido en Paraguay, Carmelo transitó por un derrotero signado por su condición geográfica estratégica y por el recorrido que hacían por allí fuerzas militares pertenecientes a diversas facciones.

“Carmelo también debe de haber sido pensado como un bastión contra los portugueses, porque en este lugar, en 1825, cuando ya se tenía un poco más de idea sobre lo que querían los orientales y se venía la Revolución Libertadora de Juan Antonio Lavalleja y su gente, acá había un destacamento. Se sabía que venían portugueses desde Colonia y que iban más para el lado de Las Víboras. Se enteran por unos lanchones que habían llegado por el arroyo y habían saqueado los ranchos, que fue lo que después se llamó combate de Las Vacas o batalla de Las Vacas”, destacó el recordado docente e historiador local.

El cambio de nombre

Bajo la tutela portuguesa, en Carmelo, “como en todos los tiempos, hubo algún caudillo”. “Ignacio Barrios, que era uno de los signatarios, e Isidoro Rodríguez, que fue otro de los caudillos de la época y que, igual que [Fructuoso] Rivera, aunque no tanto como él, mantuvo un acercamiento bastante estrecho con el gobernador portugués Carlos Lecor, que estaba en plena política de hacerse el simpático con las poblaciones autóctonas”, dijo Bouvier.

Recordó que en uno de los petitorios “que realiza la incipiente comunidad que se estaba iniciando al borde del arroyo de Las Vacas, Isidoro Rodríguez pide si no le pueden cambiar el nombre de Las Vacas, que sonaba bastante feo. Y ahí fue conocido como pueblo del Carmen, El Carmen, puerto de Las Vacas, y El Carmelo, que con el uso quedó en Carmelo solamente”. En la misma línea, Parodi le otorgó “mucha importancia al 20 de julio de 1822, cuando los vecinos solicitan cambiar el nombre Las Vacas”.

“Del 16 al 19 pasan tres años y no venía nadie, ya en el 20 se comienzan las gestiones para el cambio de nombre”. En 1822, aseguró Parodi, “cambia todo”, porque “creo que ese año también se conforma la primera comisión de vecinos, que es algo muy importante, porque es la primera manifestación donde los vecinos se unen para manifestar, para pedir. Ya había una mancomunión, un interés por crecer”.

“Ya en 1820, el pueblo, los vecinos, piden a Isidoro Rodríguez, que era el alcalde, que interceda ante los portugueses y ante el general Lecor para que se realice el cambio de nombre, que pasara a llamarse pueblo del Carmen o pueblo del Carmelo, por el monte bíblico El Carmelo. Y el 20 de julio de 1822, por primera vez, se llama El Carmelo”, dijo Parodi “A partir del 20 de julio de 1822 pasamos a ser carmelitanos; si no, seguiríamos siendo vaquenses, por el pueblo de Las Vacas”, destacó Parodi.

  • Entrevistas realizadas en el marco de la elaboración del libro Carmelo: 200 años de historia (https://www.colonia.gub.uy/turismo/imgs/libros/carmelo.pdf)