Paolo Oberlay, estudioso de la historia de Riachuelo, nos revela que en 1917, al instalarse la empresa extractora de arena y piedra Antonio Ferro e Hijos, comenzó a formarse la población denominada Canteras del Riachuelo, con cientos de obreros y sus familias. Ese poblado se ubica inicialmente en las márgenes del arroyo Riachuelo y próximo a la desembocadura con el Río de la Plata, donde se explotan las canteras de granito azul y se extrae arena.

En 1921, Alejandrino Gaillardo junto a su familia se trasladó a Riachuelo como jefe de Aduana. El interés que puso ese hombre por la comunidad y las actividades recreativas lo llevaron a fundar en 1922 la Sociedad Recreativa Riachuelense. De esa manera, Gaillardo organizó a la comunidad y dio comienzo a las fiestas riachuelenses entre las décadas de 1920 y 1940.

Tona Gaillardo, hija de don Alejandrino, que disfrutó de sus días en Riachuelo en cada uno de sus 104 años de vida, en alguna oportunidad nos contó que en los días de carnaval, “temprano en la tarde comenzábamos con los juegos de agua, por la calle cercana a las canteras”, y que “nos hacíamos trajes de fantasía, disfraces, con los que desfilábamos”. La mujer recordaba los bailes que se hacían en un lugar que ya no existe, “el parque”. “Tirábamos serpentinas y los pomos eran de vidrio, llenos de agua de olor o de agua. Tenían una válvula metálica que había que oprimir porque eran rígidos. La calle se iluminaba con lamparitas coloreadas que encendían con los motores de la empresa y permanecían prendidas hasta las 12 de la noche”, evocaba.

Así eran los carnavales de los pobladores de Riachuelo, obreros picapedreros que habían llegado huyendo de la guerra y la pobreza europeas: italianos, españoles, portugueses, búlgaros, rusos, griegos y otros. En esos días, de explosiones de cargas de dinamita y de trabajo duro, se mezclaban las lenguas y el carnaval era un respiro a la cotidianidad. Al cerrar la empresa extractora de arena y piedra, comenzó el fin de un período y también de las famosas Fiestas Riachuelenses.

Muchos años después, en 1982, los riachuelenses, en particular los jóvenes, que venían de los días de la dictadura, pudieron rescatar la alegría y el espíritu de esos carnavales, darles otro sentido y experimentar con esa celebración que comenzaban a respirar tiempos de libertad.

Nuevos vientos

Esta segunda etapa de los festejos carnavaleros se originó, según relata el riachuelense Paolo Oberlay, en 1980. En ese momento se formó una comisión vecinal cuyo principal objetivo fue colocar alumbrado público en la calle Uruguay, que conduce desde la ruta 1 hasta la población de Canteras de Riachuelo. La comisión pro alumbrado público, el grupo de jóvenes católicos de Riachuelo y los vecinos se unieron con la finalidad de obtener los fondos necesarios. En 1982 la inauguración del alumbrado público motivó la organización de la fiesta de Riachuelo.

Esa celebración se constituyó en un evento multitudinario, que convocó a miles de personas y fue uno de los primeros carnavales que se realizaron en el departamento de Colonia, poco antes de la apertura democrática. Con independencia de los valores propios del carnaval de esa localidad, resulta relevante relacionar su éxito con aquel momento histórico del país. En el período dictatorial, las expresiones culturales y artísticas como el carnaval estuvieron fuertemente controladas y censuradas, y se requería autorización para su realización así como para las letras de las canciones de los diferentes elencos.

La apuesta de los riachuelenses para la realización de esta fiesta constituyó una importante vía de expresión popular, que quizá no tenía correlato en ninguna otra localidad del departamento de Colonia.

En el escenario desfilaron artistas locales y figuras como José Pepe Guerra, Pablo Estramín, Abel Soria, el dúo Cantaclaro, Larbanois-Carrero, Fernando Cabrera y Bafo da Onça, entre muchos otros.

Desde al comienzo de la celebración, uno de los aspectos particulares del carnaval de Riachuelo fue la realización y el desfile de carrozas. No estamos hablando de las costosas y elaboradas carrozas que suelen presentarse en otros carnavales. Las de Riachuelo son sencillas, realizadas por los miembros de la comunidad con lo que encuentran a mano. Su finalidad es presentar los acontecimientos del momento para reírse o hacer reír, o realizar crítica política.

Así, recordamos la carroza La gallina de los huevos de oro, que consistía en una enorme gallina blanca que representaba a la Intendencia de Colonia. La gallina, elaborada por mujeres de Riachuelo, ponía enormes huevos dorados que se recogían en un canasto y que eran hurtados por los amigos de lo ajeno.

Foto: Ignacio Dotti

Foto: Ignacio Dotti

Otro aspecto identitario es la participación de todas las instituciones locales, tanto escolares como deportivas y religiosas, en la organización del carnaval. La escuela 56 Jesualdo Sosa, el club de fútbol Huracán, la comisión de apoyo a la Policlínica y las iglesias evangélica y católica, que reciben equitativamente los beneficios del evento.

En 2023 el carnaval de Riachuelo fue declarado de interés nacional por el Ministerio de Turismo. Este reconocimiento está ligado a que este año se celebra en esta pequeña localidad, situada a 14 kilómetros de Colonia del Sacramento, la 39ª edición en esta segunda etapa de la historia del carnaval local.

Programación 2023

Los festejos previstos para el sábado 17, a partir de las 20.00, contarán con las siguientes atractivos artísticos: orquesta municipal de Colonia, murga Arrabal Sabalero, desfile de carrozas y lonjas, Castigados por Amor, entre otros.