Este lunes 13, en Carmelo, falleció Ventura Rébori, Chamaco, reconocido militante político y social y productor agropecuario de esa localidad.

Rébori nació en 1938 en Carmelo, en un hogar de clase media, y desde muy joven se vinculó con diversas actividades que marcaban el ritmo de la vida local: el deporte, la producción, la política. A comienzos de los 70, Rébori y su pareja, Dora Bianchi, fueron detenidos por sus vinculaciones con el Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros (MLN-T). Rébori estuvo 12 años en prisión y tras la salida retornó a la militancia política, en el Frente Amplio, y tuvo una destacada participación en el mundo cooperativo a través de la industria láctea Calcar.

En una entrevista realizada en 2016, Rébori evoca recuerdos personales, analiza el surgimiento del movimiento cooperativo lácteo en Carmelo y reflexiona acerca de las dificultades que genera vivir en el ámbito rural, entre otros aspectos.

Tu padre desarrolló una importante actividad como médico en Carmelo. ¿Él era oriundo de esta ciudad?

Mi padre, Abraham, por accidente de la vida, era paraguayo, pero en realidad la familia de mi padre vivía en Uruguay. Mi abuelo paterno tenía una empresa de cabotaje. En 1900 y poco hacía la línea Montevideo-Asunción, con barcos de carga, y en un momento dado, a mi abuela, que tenía problemas de salud, el médico le recomendó que, como el marido iba y venía a Paraguay, si se podía radicar allá era mejor que acá. Entonces se radicaron en un pueblito sobre el río Paraguay llamado Pilar. Al poco tiempo, toda la familia volvió a Montevideo. Mi padre estudió en Montevideo y se radicó en Carmelo en 1925 o 1927. Fue el primer cirujano que hubo en Carmelo. Como no había cirujano, la gente que estaba en una posición económica que le permitía viajar, cuando realmente se sentía mal, viajaba a Buenos Aires, vía marítima, cuando la cosa era jodida. Y el pobrerío se moría de apendicitis, por ejemplo, entre otras cosas. Entonces cuando mi padre vino para acá empezó a salvar vidas de gente pobre, que, de lo contrario, hubiera muerto de peritonitis, porque no tenían plata para viajar a Buenos Aires para que les extirparan el apéndice. Y después mi padre se hizo medio famoso, porque al no haber otro cirujano, él se tuvo que operar a sí mismo cuando le dio un ataque de apendicitis. Con la ayuda de un enfermero, con anestesia lumbar y con un espejo, se extirpó el apéndice, y después el enfermero lo cosió. Mi padre murió en el 52. Pertenecíamos a la típica clase media de aquella época. Yo tenía 14 años cuando él murió, y quedé con mi madre y con una hermana. A los 21 o 22 años me casé y me instalé acá con un criadero de pollos…

Entonces no tenías nada que ver con el campo. Eras totalmente urbano.

Era totalmente urbano, pero tenía una vocación por el campo. Entonces arranqué con lo que era posible hacer en este predio, que por entonces tenía cuatro hectáreas. Arranqué con un criadero de aves ponedoras y de pollos parrilleros. Después pude incorporar un campo vecino, lo pude comprar, y a los pollos agregué cerdos. Después agregué un tambo, y al final la producción de la leche pasó a ser el rubro fundamental, desde hace 40 años.

De modo que te instalaste en este lugar y fuiste armando tu tambo.

Esto era la casa de descanso de mis padres. Era un terreno pelado, una chacra pelada. En aquella época los médicos tenían una dedicación casi full time a la vocación, de modo que no tenían fines de semana, a cualquier hora tocaban el timbre y los médicos atendían. En aquella época los consultorios estaban en las casas de los médicos. Entonces mi viejo, en aras de tener algún día de descanso, con mi madre compraron este campito, e hicieron una casa con dos habitaciones, un baño y un galpón. Los fines de semana venían para acá, y después de que él murió seguí viniendo para acá con mi madre. Después, cuando formé familia y me puse a trabajar, arranqué a hacerlo acá.

¿Cómo surge la idea de armar la cooperativa Calcar?

Es toda una historia, porque nace de casualidad, en el año 1956. La cooperativa nace porque en Carmelo hubo un hombre, de esos visionarios, que se llamó Antonio Ivaldi, que vio la posibilidad de realizar un negocio a partir de una ley que señalaba que en aquellos lugares donde existían condiciones para vender leche pasteurizada estaba prohibida la venta de leche suelta, en tarros. Ivaldi vio una posibilidad hermosa de hacer un negocio para abastecer de leche a Carmelo, que ya era una población importante, donde se podían consumir 4.000 o 5.000 litros de leche en forma diaria. Entonces él trajo los equipos necesarios para pasteurizar la leche, hizo la construcción mínima, que no tiene nada que ver con la construcción actual. Ahí instala el equipo pasteurizador de la leche, y cuando arranca a producir, que había que hacer cumplir la ley, ocurre una conmoción social imponente, porque hubo una pueblada que tuvo un trasfondo político, porque un sector del Partido Nacional agitó para que no se concretara el monopolio de la venta de leche al consumo. La idea de Ivaldi era que todos los lecheros que vendían en Carmelo se la remitieran a él, que la iba a pasteurizar y vender a la población de la ciudad. Eso generó una resistencia de la gran siete. Hubo situaciones de violencia, hubo gente presa, vinieron los soldados del Batallón de Colonia.

¿Quiénes se rebelaron, los productores?

Más que los productores, la gente. A la gente la agitaron contra el monopolio -bien agitada-, y entonces cuando llegó el momento de hacer cumplir las ordenanzas y que entraran los productores al pueblo, los inspectores se instalaron en las cabeceras de entrada del puente, atajaban a los lecheros y les tiraban la leche de los tarros a la cuneta. Eso se dio durante un par de días. Al tercer día había una efervescencia impresionante en las calles, hasta que la gente que estaba agitando el tema planteó ocupar la sede de la Junta Local de Carmelo. El secretario de la junta vio cómo venía la mano y se atrincheró, metió candado en las puertas, y la gente avanzó, rompió los candados y entró a la Junta. El tipo se asustó, llamó a Colonia y vinieron efectivos del ejército, con caballería incluida, para dispersar a esa pueblada que había. Hubo actos de violencia, gente herida, y en Colonia terminaron presos 15 o 20, que tuvieron un par de semanas presos. Dentro de esa situación Ivaldi tiene la idea de convocar a un lote de personas influyentes dentro del pueblo, que no eran productores de leche, para ver si tomaban la idea de conformar una cooperativa. Él se dio cuenta de que no podía formar la cooperativa, porque había quedado requemado. Pero convocó a gente que tomara la posta, y estos convocaron a los lecheros, que habría 25 o 30 productores a la vuelta, y les plantean formar una cooperativa y que, en vez de vender leche cruda, la vendieran pasteurizada. Y así arranca la historia de la cooperativa.

¿En qué lugar quedó Ivaldi?

Ivaldi quedó como gerente general de la cooperativa durante años. En realidad, la gente que él vinculó para fundarla estaba vinculada a la agropecuaria pero en otros rubros, y esa gente le dio el apoyo para la creación de la cooperativa, pero ejercieron un papel más bien simbólico. Ivaldi quedó como gestor de la cooperativa durante añares. Con el correr de los años, entre el 75 y los 80, comenzó a haber un cambio en la cooperativa, porque los productores comenzaron a involucrarse en la dirección, al punto que hoy es una cooperativa dirigida por productores. La totalidad del consejo de administración está compuesto por productores.

El desarrollo del modelo cooperativo, ¿fue algo propio de los productores lácteos o hubo algo mayor que caracterizó a ese período?

En la década del 50 tomó fuerza el cooperativismo en el Uruguay; hay cooperativas mucho más viejas. Pero por una serie de circunstancias políticas y económicas en esa década tomó mucha fuerza el cooperativismo, porque el propio gobierno de Luis Batlle lo impulsó a través de políticas de incentivo a las cooperativas, a través de la exoneración impositiva. Ahí surge todo lo que fue la cooperativa de productores agrícolas que se nuclearon en las cooperativas que poblaron el litoral.

¿Cuáles son los cambios más notorios que se registraron en la tenencia de las tierras ubicadas en esta región desde que arrancaste a trabajar en esta actividad?

En el sur del país la concentración de la tierra viene de la mano de la aparición de la agricultura intensiva de la soja y de la entrada de los argentinos. Eso disparó la concentración de la tierra, a partir del año 2000. Hasta ese momento, la propiedad de la tierra tenía poca movilidad. Si mirás los registros de compraventa de aquellos años, allá, a las cansadas, se vendía un campo, pero cuando arranca la era de la soja, empieza un proceso de cambio con concentración que fue brutal en intensidad y rapidez. Lo mismo pasó en otras regiones del país con la forestación, donde hubo una concentración del uso de la tierra.

¿Cómo influyó ese proceso en el caso de la lechería?

En el caso de la lechería influye negativamente porque se da la competencia por la tierra, con un producto como la soja que, en general, tiene mejor rentabilidad que la leche. Entonces eso ha sido una competencia muy fuerte. Y eso de a poco va achicando el área de los lecheros. Y a su vez el hecho de que la producción de leche sea de mayor dedicación, de tanto al trabajo como a la atención, hace que frente a la misma rentabilidad de la tierra se está dando que muchos lecheros dejan la actividad para arrendar el campo.

En relación con ese tema, ¿cómo es la trasmisión de los conocimientos a las generaciones más jóvenes?

Ese es el otro problema que está ocurriendo, y es que muchas empresas productoras de leche no tienen asegurada la sucesión. En algunos casos los muchachos no quieren trabajar en los tambos, porque han visto la vida de sacrificio que han llevado adelante sus padres y entonces dicen que no quieren pasarse 30 años laburando enganchados con el tambo, cuando pueden hacer otra cosa con el campo. El hombre cuando llega a los 50 o 60 años está cansado. El tema de manejar una empresa productora de leche exige que estés todos los días atrás de diferentes cosas, y eso te termina agobiando. Por eso los hijos de algunos productores de leche no quieren seguir.